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“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele” Montoya Carrasquilla.


Es tan difícil para mí en estos momentos de dolor hablar de lo que significa el duelo, hace unos días tuve que atravesar por uno de los momentos más difícil de mi vida, la perdida de mi amado hermano, es difícil comprender que la muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos y saber que el dolor quema mucha superficialidad, pero sé que las condiciones de vida difíciles y sus pruebas no son un castigo de Dios.


El dolor por la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más duras que los seres humanos tenemos que vivir. Es el precio del amor.


Sufrir una pérdida es como forjar un hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia. Se crece cuando se acepta el sufrimiento intentando comprender.


Así que el duelo ocurre tras cualquier clase de pérdida, aunque suele ser más intenso tras el fallecimiento de algún ser querido. No es un sentimiento único, sino más bien una completa sucesión de sentimientos que precisan de cierto tiempo para ser superado, no siendo posible el acortar este periodo de tiempo.


Creo que en las pocas horas o días que siguen al fallecimiento, de un pariente cercano o de un amigo, la mayoría de los afectados se siente simplemente aturdida o confundida ya que no se llegan a crecer, lo que realmente ha ocurrido.


Esta sensación puede tener lugar a pesar de que el fallecimiento hubiera sido esperado. Este entumecimiento o adormecimiento emocional puede ser de ayuda a la hora de afrontar los importante cometidos que hay que llevar a cabo tras el fallecimiento, tales como el contactar con los demás parientes y la organización del funeral.


Sin embargo, esta sensación de irrealidad puede llegar a ser un problema si persiste durante mucho tiempo.


Es así que surge una transformación. Si se escucha la voz interior y el propio saber interno, que con relación a uno mismo es el más importante, entonces, uno no se engañará y sabrá lo que debe hacer con su vida.


Es necesario tomar consciencia y no tener miedo. Abriéndonos a la espiritualidad y la comprensión. El sufrimiento entra en contacto con nuestro yo, con nuestro ser profundo.


"En el proceso de duelo, uno siente dolor de cuerpo, y dolor del alma; Nos duele el pasado, el presente y el futuro, que en estos momentos vemos incierto".


Un sentimiento común en el proceso del duelo suele ser el de culpa. Las personas en duelo con frecuencia piensan en todas aquellas cosas que les hubiera gustado decir y/o hacer y que no fueron posibles.


Pueden incluso llegar a pensar que podrían haber actuado de una forma diferente y que esto hubiera podido evitar la muerte de su ser querido. Este sentimiento es natural, extremadamente comprensible y muy frecuente.


Lamentablemente todos en esta vida tendremos que pasar alguna vez por la experiencia de la perdida de una persona querida.


La pérdida de un ser amado es psicológicamente tan traumática como herirse a quemarse gravemente lo es el plano fisiológico.


El duelo representa una desviación del estado de salud y bienestar, e igual que es necesario curarse en la esfera de lo fisiológico para devolver al cuerpo su equilibrio homeostático, asimismo es necesario un periodo de tiempo para que la persona en duelo vuelva a un estado de equilibrio similar.


Por esa razón Engel veía al proceso de duelo similar al proceso de curación, del mismo modo que los términos sano y enfermo se aplican a los cursos en el proceso de curación fisiológica, también se pueden aplicar al curso que toma el proceso del duelo.


Siguiendo las ideas de Freud acerca de los duelos, podemos ver que el duelo es un proceso y no un estado, eso implica tareas de elaboración de la perdida que requieren esfuerzo.


A algunas personas les cuesta concentrarse, estudiar o comer cuando están atravesando una etapa de duelo. Otras pierden el interés por actividades que solían disfrutar. Algunos se enfrascan en juegos de computación o beben o comen en exceso. Y otras personas se sienten adormecidas, como si nada hubiese ocurrido.


En estos días pensaba en lo que le ocurrió a una persona muy querida para mí, atravesó una escena de robo y violencia, y creo que la sensación de haber sido robada, de ser despojada de algo valioso, equivale a quedarse abrazando un espacio vacío.


Pero el Dolor es la reacción de aflicción ante la perdida, incluye una amalgama de respuestas con componentes físicos, emocionales y espirituales por la pérdida, como es la perdida de nuestros seres queridos.


Ante los duelos es importante considerar los mecanismos de afrontamientos, con los que cuenta quien ha sufrido una perdida a fin de evitar cualquier tipo de desarrollo de duelo complicado patológico.


Si el duelo se reprime o se oculta tras una fachada de fortaleza, bajo patrones de adicción al trabajo, al consumo de drogas, de sufrimiento y de vacio por la pérdida del ser querido. A corto o largo plazo esto suele generar síntomas físicos, enfermedades psicosomáticas, trastornos de conducta, depresión o duelo crónico.


Desde el punto de vista de la psicología es importante tener en cuenta que todo duelo bien elaborado debe llegar a su fin y las heridas mentales y emocionales deben cicatrizarse.


El trabajo de duelo de quienes hemos sufrido una pérdida de un ser querido, nos brinda la oportunidad para encontrar un nuevo sentido a nuestras vidas, teniendo una visión sobre la propia muerte como una realidad posible más cercana, para aceptarla y preparase para ese momento.


Si has perdido a un ser querido, como lo he perdido yo, es posible que pases por todo tipo de emociones. Es probable que estés triste, preocupado o asustado. Tal vez no estés preparado, estés impresionado o confundido.


Puedes sentirte enojado, engañado, aliviado, culpable, exhausto o simplemente vacío. Tus emociones pueden ser más intensas o más profundas que lo habitual, o estar entremezcladas de una manera que nunca habías experimentado.


Aunque la experiencia de la pérdida de una persona amada es parte inevitable de la vida adulta, aunque la probabilidad de tal pérdida aumenta cuando el individuo se envejece o cuando se vive en zonas de mucha violencia, aun cuando sabemos que es una experiencia traumática y muy dolorosa,


TODOS SABEMOS QUE PERDER UN SER QUERIDO ES UNA DE LAS TRAGEDIAS MÁS GRAVES QUE PUEDEN SUCEDERNOS. Todas estas emociones son reacciones naturales frente a la muerte. Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos…

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