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Archive for junio 2011

Toda enfermedad acaba tarde o temprano, pero debemos plantearnos si somos lo suficientemente fuertes como para superarla.







Desde hace varios años en mi familia estamos atravesando una etapa de mucho dolor y tristeza, pero a la vez de aprendizaje constante, por el hecho de tener a mi padre con la enfermedad del Parkinson.


Creo que la solución para llegar a buen puerto, con un problema cotidiano siempre es el enfrentamiento, buscar soluciones y seguir adelante. Cuando tenemos que enfrentarnos a una situación que conlleva una grave enfermedad en un familiar o amigo, la mejor forma será involucrándonos en la medida que podamos, teniendo claro nuestros sentimientos y miedos al respecto y aceptando la situación que nos toca vivir.


Es por eso que la ayuda psicológica para los pacientes y los familiares, de forma individualizada y grupal, es de gran importancia para superar la enfermedad; para ayudar al paciente a aceptar su enfermedad y a convivir con ella.


La vida familiar, social y laboral se altera por completo ante la aparición de una enfermedad, más aún si ésta es irreversible o degenerativa, situación que obliga al paciente a cambiar de manera radical su modo de vida.


Hay enfermedades para las que la medicina actual no tiene soluciones o cuyos tratamientos no logran los resultados esperados. Por esta razón, recibir la noticia de que se padece una dolencia de este tipo es un duro golpe para quien la sufre y para sus familiares.


Sin embargo, desde la psicología, se afirma que se puede convivir con una enfermedad de estas características, después de superar una serie de etapas, que pasan por la negación de la situación, en primer lugar, y por cierta rebeldía después.


Son actitudes normales que con el paso del tiempo y la ayuda de los seres queridos, suelen desembocar en una última fase de aceptación y adaptación, aunque la tristeza y los episodios depresivos pueden aparecer de manera continuada.


En este sentido, las asociaciones de apoyo realizan una labor excelente, favoreciendo que enfermos y familiares aprendan a conocer la enfermedad, a aceptarla y a sacar el máximo partido a la vida con las limitaciones progresivas, a las que pueden verse sometidos los enfermos.


Vivir el presente: Disfrutar de lo que se tiene y no sufrir por lo que se pueda perder.
Medir la vida en términos de calidad, no de cantidad: Intentar ver la vida en profundidad, "a lo ancho, lo alto y lo largo, y no solo a lo largo, por los metros recorridos".


Para tener una referencia de esta enfermedad: La Enfermedad de Parkinson, es una enfermedad neurodegenerativa, que afecta primariamente estructuras como la sustancia negra y el estriado, suele comprometer también la corteza cerebral, el sistema límbico y el hipotálamo, tiene un origen desconocido, reconociéndose múltiples factores en su aparición con un fuerte componente genético cuya importancia puede variar en diversas situaciones.


La Enfermedad de Parkinson es de carácter crónico, progresivo y lento, que afecta a la zona del cerebro encargada del control y coordinación del movimiento, del tono muscular y de la postura. En esta zona, llamada sustancia negra, existe un componente químico, la dopamina, compuesto esencial para la regulación de los movimientos, es decir, para que los movimientos se realicen de una forma efectiva y armónica.


Así, en la Enfermedad de Parkinson se produce una "degeneración" de la sustancia negra (de causa desconocida) cuya consecuencia es la disminución de la dopamina. Es por ello que las principales manifestaciones de la enfermedad expresan un control deficiente de los movimientos: Temblor, lentitud generalizada (bradicinesia), rigidez y alteraciones de la postura y de la marcha.


En la enfermedad de Parkinson, es importante reconocer los síntomas psicológicos y neuro-psiquiátricos, tales como los trastornos del estado del ánimo, la ansiedad, los estados psicóticos (delirios y alucinaciones), o los trastornos sexuales porque son muy frecuentes y repercuten en la calidad de vida.


La depresión en la enfermedad de Parkinson es uno de los trastornos emocionales más frecuentes. Hoy en día, la cifra de afectados de enfermedad de Parkinson que desarrollarán síntomas depresivos en algún momento a lo largo del curso de la enfermedad se sitúa alrededor de un 30-50%.


Las mujeres con enfermedad de Parkinson presentan más riesgo de padecer depresión que los hombres. A su vez, las personas que antes de sufrir la enfermedad de Parkinson ya habían padecido depresión tienen más probabilidad de volver a presentar un nuevo episodio depresivo.


También se ha descrito mayor riesgo de padecer depresión en personas que inician la enfermedad de Parkinson a una edad temprana y en las que los síntomas parkinsonianos predominan en el lado derecho del cuerpo.


Los afectados con síntomas de rigidez y dificultad para iniciar el movimiento tienen mayor probabilidad de padecer trastornos depresivos.


La depresión en la enfermedad de Parkinson se asocia a una mayor rapidez del deterioro de las funciones cognitivas y motoras, influyendo de manera importante en la calidad de vida del paciente.


Es por eso que en la enfermedad de Parkinson es importante diferenciar la inquietud ansiosa de la acatisia (inquietud interna que se manifiesta como una dificultad para permanecer quieto), que es consecuencia del tratamiento con fármacos antiparkinsonianos.


Los afectados de esta enfermedad de Parkinson experimentan con frecuencia sentimientos de ansiedad, tensión y nerviosismo. Aproximadamente, uno de cada tres afectados de enfermedad de Parkinson sufre problemas de ansiedad, que pueden ir desde la inquietud hasta las crisis de angustia.


En la mayoría de los casos, los problemas de ansiedad se acompañan también de síndromes depresivos.


Por ejemplo cundo se habla de "crisis de angustia" cuando la ansiedad se presenta de forma brusca, intensa y durante un breve periodo de tiempo. Este problema también es frecuente en la enfermedad de Parkinson: dos de cada diez enfermos pueden sufrirlo.


En algunos afectados de enfermedad de Parkinson, el inicio de los síntomas motores, como la congelación de la marcha, pueden generar crisis de angustia. En otros, pueden experimentarse episodios similares a los ataques de pánico en fases off de la enfermedad.


Los afectados de enfermedad de Parkinson buscan ayuda psicológica a menudo, por la ansiedad experimentada en las relaciones sociales.


Muchos sufren ansiedad ante la necesidad de recibir ayuda por parte de los demás, y otros experimentan sentimientos de inseguridad en las relaciones sociales. En algunos casos, la ansiedad social se complica: la persona vive con temor exagerado y persistente ante una o más situaciones de relación social, con miedo excesivo a la crítica por parte de los demás, y en consecuencia tiende a evitar estas situaciones sociales.


CONSEJOS UTILES SOBRE PSICOLOGÍA PARA PACIENTES


Aceptación de la enfermedad.
Aceptación y adaptación a los cambios.
Mejorar el estado anímico / control de emociones.
Mejorar la calidad de vida.
Fomentar relaciones sociales y familiares.
Estimular la autonomía.
Fomentar la vida activa.
Aumentar el autoconcepto y la autoestima.
Estimular la toma de decisiones.
Favorecer el autocontrol.
Proporcionar la información necesaria.
Cuidar al cuidador.

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“Los manipuladores buscan persuadir a las personas para que traspasen sus límites. Les porfían hasta que acceden. Con insinuaciones, manipulan las circunstancias para salirse con la suya. Seducen a otros para que lleven sus cargas. Utilizan mensajes cargados de culpa.” (Cloud,H; Townsend,J.)






Cuando decidimos amar y ser amado, cuando Decidimos unirnos a otra persona para construir algo en común. La pareja!


Podríamos decir que es la sociedad más pequeña que existe y donde invertimos gran parte de nuestro capital afectivo. Conscientemente esta unión se realiza con la idea de que nos permitirá a ambos salir ganando.


Pero como en toda sociedad, uno de los peligros que acechan a la pareja son las luchas de poder. Éstas suelen darse cuando se olvida que existe un proyecto en común y uno o ambos miembros intentan imponer sus reglas y sus objetivos individuales.


Platón definía la política como el arte de vivir en sociedad. La pareja es una comunidad de dos personas, en la que puede darse tanto una lucha encarnizada por el poder como una pugna soterrada de control y subyugación. Pero también es posible construir una relación con una política democrática y solidaria, basada en el respeto y la comprensión mutuos.


Tanto en la vida de pareja como en general, en todo tipo de relaciones, es crucial una comunicación clara y honesta, que permita aclarar las situaciones ambiguas.


La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona para un beneficio propio.


Así como algunas imposiciones son transparentes y casi inofensivos, otros resultan más retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Ciertos individuos llegan a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.


Sin embargo, existen importantes diferencias de grado. A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave que la pura expresión de violencia. Sin embargo, el maltrato moral suele ser la antesala y un ingrediente indispensable de lo que se conoce como maltrato físico.


La manipulación está presente cuando intentamos controlar lo que dice o hace otra persona, cuando le exigimos algo sin dejarle posibilidad de elegir, o cuando nos empeñamos en que cambie y se adecue a lo que deseamos, aunque todo esto lo hagamos creyendo que es por su bien.


Por ejemplo en el mundo de la pareja, se producen muchas veces juegos de dominación, en los que cada miembro adopta un papel diferente y aferra al otro con diferentes armas de manipulación. En ocasiones la relación se convierte en un campo de batalla, en el que ambos luchan para controlar la situación o reivindicar su punto de vista. Otras veces existe una clara jerarquía de poder y uno de los dos decide e impone, mientras que el otro acata sus órdenes.


La manipulación emocional, es una de las prácticas más utilizadas en las batallas de pareja. De forma inconsciente o voluntaria se exige a otra persona, que actúe según los propios deseos o necesidades, utilizando los sentimientos como arma. Los celos, las amenazas directas o veladas, la exigencia, infundir sentimientos de culpa o incluso una actitud victimista, son algunas de las estrategias manipuladoras más utilizadas.


A menudo no es fácil reconocer el chantaje emocional, dado que a veces está tan infiltrado en nuestras relaciones que no nos percatamos de cuándo somos víctimas de él ni cuándo lo empleamos. La pareja, por ser un espacio donde están sumamente implicados los sentimientos y muchas decisiones, supone un terreno idóneo para que aparezca.


Evidentemente existen diferentes grados de manipulación emocional. Algunos chantajes son más transparentes e inofensivos, otros más retorcidos. Algunos no implican apenas daño ni menoscabo para la otra persona, mientras que otros pueden resultar muy destructivos.


Hermann Hesse dice: Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.


Es así que ciertos individuos pueden llegar a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación, la crítica o la desvalorización. El abuso físico o verbal pueden ser manifestaciones extremas de manipulación, en los que el objetivo es anular la autoestima de la otra persona. Se intenta rebajar y degradar al otro para sobresalir y compensar un gran sentimiento de inseguridad.


El chantaje emocional puede adoptar diferentes formas. La clave está en provocar una mezcla de miedo, obligación y culpa para que la pareja acabe sucumbiendo a las propias expectativas. Para ello se pueden emplear estrategias tan diversas como: El castigo, el autocastigo, el silencio, el victimismo, la culpa, las promesas, etc.


Otra forma de darnos cuenta, es preguntándonos; si lo que estas habiendo en ese preciso momento es lo que queríamos hacer, si esto no es así, es que te estan saltando tus principios y valores por alguien, detecta quien es ese alguien y ahí tendrás a tu manipulador.


Si te descalifican diciendo "no puedo creer que seas tan egoísta", "sólo piensas en ti", "Pensaba que eras distinta/o a las demás, pero me equivoqué", "es la estupidez más grande que he oído".


Cuando la manipulación es constante o insidiosa puede actuar como carcoma en las bases de la relación, desgastando a la pareja. Entonces de la unión no se derivan ganancias, sino pérdidas, o sólo se enriquece uno de sus miembros, mientras que el otro resulta cada vez más empobrecido. Reconocer este juego de dominación es la única manera de desactivarlo.


Susan Forward considera las siguientes situaciones como indicadores de que se es objeto de un “chantajista emocional”, denominación interesante que ella rescata en su obra para referirse a una persona manipuladora. Ella afirma que con sólo experimentar una de las siguientes opciones, ya se es víctima de un/a manipulador/a:


-Amenazan con volverte difícil la vida si no haces lo que quieren;
-Amenazan constantemente con poner fin a la relación si no haces lo que quieren;
-Te dicen o dan a entender que se harán daño o se deprimirán si no haces lo que quieren;

-Siempre quieren más por mucho que les des;

-Habitualmente dan por sentado de que cederás;

-Habitualmente ignoran o no hacen caso de tus sentimientos y aspiraciones:

-Hacen generosas promesas que están supeditadas a tu comportamiento y rara vez las cumplen;

-Te tachan de egoísta, malo/a, interesado/a, superficial, insensible o descuidado/a cuando no cedes;

-Se deshacen en alabanzas cuando cedes y las retiran cuando te mantienes firme;

-Utilizan el dinero como arma para salirse con la suya.


Para concluir podríamos decir, que ante los manipuladores, hay que generar respuestas y habilidades de comunicación específicas. El estilo de comunicación debe ser asertivo, sin llegar a ser sumiso, defensivo o agresivo, sino más bien conciliador pero firme.


Hay que transmitirle a la persona manipuladora, la importancia de que se respeten y consideren nuestras necesidades y sentimientos, así como delimitarles hasta dónde voy a ceder. Esto a su vez ayudará, a que se pongan más en “nuestros zapatos” y desarrollen esa habilidad de empatía que tanta falta les hace.

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