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¿Qué es la violencia doméstica?

Primero que todo, es preciso definir con claridad qué constituye violencia. ¿Consiste únicamente en golpear a alguien físicamente?


Hasta hace poco se creía en general que la única forma de violencia era la física. Sin embargo, la psicología moderna nos ha hecho más conscientes de las necesidades de los seres humanos.


Ahora sabemos que existe otra clase de violencia que también causa daño a las personas: la violencia psicológica o el maltrato verbal.


La destrucción sistemática de la autoestima de una persona por medio de la crítica, los insultos, la burla o el abandono también constituye maltrato y violencia. No hay duda de que a veces los golpes al alma pueden herir mucho más que los golpes al cuerpo, incluso pueden dejar heridas mucho más profundas y duraderas que las heridas corporales.


La violencia infantil incluye no sólo el maltrato físico, sino también los gritos, los regaños vehementes, el castigo excesivo, el abandono o la falta de atención, aceptación y amor -- tan indispensables para el bienestar emocional y social de los niños.


Otro tipo de violencia doméstica, y en este caso matrimonial e infantil al mismo tiempo, es criticar o condenar al cónyuge o usar al hijo para herirlo. Esto ocurre especialmente entre esposos divorciados o en proceso de divorciarse.


Las razones por las cuales la violencia psicológica es más difícil de reconocer y erradicar es porque sus víctimas en general continúan sufriendo en silencio y porque, al contrario de los efectos de la violencia física, sus heridas no son evidentes a la vista. Peor aún, cuando los que sufren esta violencia recurren finalmente a la ayuda de otros, frecuentemente no son comprendidos o incluso no se les trata con justicia.


Por último, este tipo de violencia ocurre en la privacidad del hogar, de manera que pasa desapercibida al mundo exterior, a veces, durante años. Sin embargo, según los expertos, la violencia psicológica casi siempre precede a la violencia física.


Hay otra clase de violencia doméstica. Se trata de presionar o coaccionar a una mujer para que use peligrosos anticonceptivos y abortivos, para que se esterilice o para que aborte a su hijo no nacido. Innumerables mujeres, especialmente en los países en desarrollo, sufren presión o de hecho son forzadas a cometer estos y otros actos que son intrínseca y gravemente inmorales.


Hace poco, el programa de esterilización en el pais de Perú, en el cual se utilizó la presión y la coacción y que les ocasionaron la muerte a por lo menos 18 mujeres, fue denunciado en los medios de comunicación de Estados Unidos. Sin embargo, el movimiento feminista extremista de ese país no emitió ninguna protesta ante esta violación tan infame de los derechos humanos de tantas mujeres peruanas.


¿Por qué tantas mujeres continúan soportando la violencia doméstica?

A pesar de los maltratos, a menudo es difícil lograr que la mujer victimizada haga algo para detener el abuso. En el caso del maltrato psicológico, desafortunadamente muchas veces las propias mujeres que lo sufren permanecen voluntaria o silenciosamente en esa situación, porque creen que el maltrato psicológico no es lo suficientemente serio o dañino como para intentar detenerlo.


Algunas mujeres piensan que no les creerán cuando denuncien a su victimario, ya que éste presenta a menudo una falsa imagen de sí mismo ante los demás. Los victimarios tienden a manifestar comportamientos extremos, tanto de bondad como de crueldad. Quizás también las mujeres víctimas sienten vergüenza de tener que informar a otros de algo que ellas han permitido que continúe.


La mayoría de ellas temen la venganza de sus victimarios o el tener que enfrentarse solas a la vida. Todas ellas sufren en general de problemas emocionales, de una baja autoestima y de una incapacidad para establecer límites.


La violencia doméstica es una enfermedad contagiosa


En los hogares disfuncionales donde un cónyuge maltrata al otro, el maltrato de los hijos es común. De hecho, "el maltrato infantil es 15 veces más probable que ocurra en las familias donde existe la violencia doméstica [entre los cónyuges]". Debido a que el maltrato conyugal ha alcanzado proporciones tan alarmantes en nuestra actual "cultura de la muerte", "cada año más de 3 millones de niños corren el riesgo de presenciar la violencia entre sus padres".


Desafortunadamente, una mujer que sufre el maltrato de su esposo o novio está tan preocupada tratando de defenderse, que muchas veces no se da cuenta del daño psicológico que sus hijos están sufriendo. Cuando una mujer permite que continúe este tipo de maltrato, se dan serias consecuencias psicológicas para los hijos de esa unión, aún en el caso de que ellos mismos no sean las víctimas directas del maltrato.


Los efectos psicológicos en estos niños aflorarán años después. En muchos casos ellos mismos se convertirán en victimarios o en víctimas. Sus padres son el modelo que ellos han estado presenciando. "Los hombres que han sido testigos de la violencia entre sus padres son tres veces más propensos a maltratar a sus esposas que los hijos de matrimonios no violentos. Los hombres que son hijos de los padres más violentos son 100 veces más propensos a convertirse en victimarios de sus esposas".


La violencia destruye los matrimonios

Como el respeto mutuo no existe en una relación caracterizada por el maltrato, a menudo el amor desaparece en los matrimonios que continúan en esa situación durante mucho tiempo. Ambos cónyuges tienen que reconocer que necesitan ayuda y deben recurrir a ella juntos, si no, ese matrimonio tiene pocas esperanzas de sobrevivir.


¿Qué se puede hacer?

Aunque las víctimas de la violencia doméstica en la mayor parte de los casos han sufrido en silencio durante muchos años y no han recibido la ayuda que necesitaban, la sociedad actual ha reconocido por fin que hay que denunciar y erradicar este terrible mal.


Muchas organización están luchando para erradicar la violencia doméstica y están dando ayuda tanto víctimas como a victimarios.


Tanto la víctima de la violencia doméstica como su victimario están emocionalmente enfermos y necesitan ayuda. Ninguno de los dos puede recibir ayuda hasta que no reconozcan que el maltrato existe. No se benefician en lo absoluto manteniendo este horrible secreto, sino que deben compartirlo con aquellos que pueden ayudarlos: un psicólogo o un psiquiatra.


¿Qué puede hacer la víctima de esta violencia si su esposo no quiere buscar ayuda (lo cual es un serio deber), sino que continúa infligiéndole serios daños físicos o psicológicos a su esposa o la amenaza con realizarlos?


Si los esfuerzos para resolver esta situación continúan fracasando o cuando el ataque parece estar próximo, la mujer tiene el derecho (y el deber) de escapar y buscar refugio en otro sitio – con su familia, amistades o en refugios especiales disponibles para ello. Su salud física y mental, en realidad su propia vida, se encuentran en peligro. (Por supuesto, si hay niños presentes, todo esto se refiere a ellos también.) La separación física de esta situación puede ser buscada incluso durante el proceso mediante el cual el victimario voluntariamente busca y recibe ayuda, ya que muchas veces el proceso de curación psicológica tiene sus recaídas.


Debemos estar dispuestos a ayudar a las víctimas de la violencia doméstica a escapar de este círculo vicioso de maltrato físico o psicológico, para que así puedan recobrar su autoestima y descubrir su dignidad como criaturas de Dios que son.

Fuentes: 1. Straight Talk About Violence (folleto), Christopher News Notes, 12 East 48th Street, New York, NY 10017, julio de l995. Aviso: En esta fuente se hace referencia a un programa de UNICEF para combatir la violencia entre niños y jóvenes. Lamentablemente, UNICEF se ha involucrado en la distribución de anticonceptivos, incluyendo aquellos que son abortivos. UNICEF también ha colaborado con otros organismos de las Naciones Unidas que promueven el aborto. 2. U.S. Department of Justice. Bureau of Justice Statistics. National Crime Victimization Survey. Selected Statistics on Violence Against Women, agosto de 1995. 3. "In Florida, a person is killed by a family member every 36 hours", The Miami Herald, 9 de octubre de l994, 1J. 4. U.S. Department of Justice..., agosto de 1995. 5. Ibíd. 6. Women Healing the Wounds. NCCW Responds to Domestic Violence Against Women (folleto), National Council of Catholic Women, 1275 K Street, NW, Suite 975, Washington D.C., 20005. 7. Ibíd. 8. W. Stacy, y A. Shupe.

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"Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar."Paulo Coelho


Esta semana tuve una conversación con una persona con todos estos temores y conflictos, en nuestro diálogo pude percibir esos miedos, esos temores que estaban implícitamente latentes, y pensaba en que todos, en algún momento experimentamos a lo largo de nuestra vida el miedo a fracasar.


Este miedo es uno de los temores mas comunes en nosotros los seres humanos, y el grado de afectación en nuestra persona, variara de acuerdo a otras características personales de cada individuo.


Es así que el miedo es una emoción normal y universal, necesaria y adaptativa que todos experimentamos cuando nos enfrentamos a determinados estímulos, tanto reales como imaginarios, por ejemplo los niños, a lo largo de su desarrollo sufrirán y experimentarán numerosos miedos: a la separación, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, a quedarse solos, a los animales, al colegio y así podríamos seguir enumerando.


La mayoría serán pasajeros y no representarán ningún problema, irán apareciendo y desapareciendo en función de la edad y del desarrollo psiconeurológico.


Pero una de las cosas más difíciles en nuestra vida es aprender a equivocarnos. Y con esto no me refiero al hecho en sí de fallar, de cometer un error, ya que eso es muy fácil, sino de equivocarnos y no derrumbarnos, de saber reconocer un error sin sentirnos terriblemente humillados.


Es el miedo, una emoción con la que todos nacemos, cuya función adaptativa es la de protegernos o proteger lo que amamos ante estímulos que percibimos como peligrosos.


Podríamos preguntarnos ¿Cuales son nuestros miedos? ¿Cuáles son tus miedos? Miedo a fracasar, miedo a las pérdidas, miedo a equivocarnos, miedo a las alturas, miedo a volar, miedo a no ser queridos, miedo a emprender algo nuevo, miedo a obtener un resultado diferente al imaginado, miedo a formar una pareja, miedo al futuro, miedo a la vida, miedo al éxito, miedo a la muerte… la lista podría ser interminable.


Cada cual podrá escribir la propia, coloreándola y justificándola con su propio estilo con el peligro inherente de transformarnos en fugitivos de la vida.

Pero es importante saber, que los fracasos son algo connatural al hombre, le siguen como la sombra al cuerpo. No existe persona en el mundo que no se haya equivocado alguna vez.

Debemos aprender a darnos cuenta, de que no es una tragedia equivocarse, puesto que la calidad y superación de toda persona no está en no fallar, sino en saber reponerse de sus errores y simplemente, seguir adelante.


Si el miedo nos tomó cautivos y se apoderó de nosotros, es porque previamente uno o varios pensamientos negativos se instalaron y dan vueltas una y otra vez por nuestro cerebro. Pero la buena noticia es que somos dueños de nuestra mente y que entre todas las categorías de pensamiento podemos generar voluntariamente pensamientos funcionales que nos guíen hacia el movimiento y la acción.


Estoy completamente seguro que muchas veces sentimos miedo frente al fracaso, al rechazo, a las pérdidas y mucho miedo frente a los cambios. Con todos estos ejemplos nos damos cuenta que el miedo nos acompaña a través de nuestra vida y madurez manifestándose en ocasiones cuando tenemos incertidumbres sobre nuestras relaciones, nuestra vida futura; es decir cuando sentimos inseguridad.


Reflexonando en este tema tan delicado, no podemos no decir, que errores los cometemos todos, porque somos seres humanos imperfectos, no existe la perfección aunque muchos deseen imitarla. Asiento un énfasis en que queda en nosotros encontrar el lado bueno de cada mal paso que se nos presente. Algunos sacamos de nuestros errores enseñanzas, experiencias para el futuro y sobretodo humildad al reconocer que nos equivocamos, mientras que otros sólo obtienen amargura y pesimismo. ¿Cuál de ellos somos nosotros?


Ahora bien hagamos reflexión: ¿Cuántas veces durante nuestra existencia hemos sentido miedo y hemos dejado de hacer cosas que podían ser importantes o trascendentes? ¿Qué precio hemos pagado por ello? ¿Cómo nos sentimos al comprobar que nos quedamos parados en la inacción?


Pero gracias a la naturaleza dual de la cosas, muy probablemente también recordemos otras situaciones, aquellas que enfrentamos a pesar de nuestros miedos. ¿Cómo nos sentimos frente a esas otras experiencias? ¿Qué crédito nos dejaron? ¿Qué otras emociones asociadas aparecieron? ¿Cuál fue el impacto que tuvieron en nuestro crecimiento y en nuestra transformación personal?


Entonces para no quedarnos inmovilizados y vivir la vida que merecemos vivir, la única alternativa válida es atravesar la puerta que nos permita salir a jugar el juego que deseemos jugar. Tomando conciencia del miedo, reconociéndolo, aceptándolo y abrazándolo como un mensajero aliado que nos trae una carta esperada y observando las explicaciones que le estamos dando a esa emoción, podremos continuar con el paso siguiente: afrontar la realidad, canalizar ese miedo en acciones concretas que nos llevarán por el camino acertado, al lugar elegido, aún corriendo algunos riesgos.


Porque cada uno de nosotros como seres activos que somos, realizamos cosas, actos, tareas... que con frecuencia son un fracaso, son mediocres, y no alcanzan la eficiencia y calidad adecuadas. Confundir lo que hago con lo que soy es incorrecto y lleva a tener una autoestima baja cuando son frecuentes en la persona los fracasos.


Alguien dijo alguna vez que muchas veces construimos escenarios peligrosos, donde el peligro no existe como tal, donde las fieras acechando sólo existen en nuestra imaginación, pero cobran vida con nuestras interpretaciones y así buscamos ampararnos o refugiarnos en nuestro territorio conocido, en nuestra zona de confort, perdiéndonos las posibilidades magníficas que podrían ocurrir al transitar más allá del miedo.


Para manejar el miedo es importante reconocer y aceptar que se tiene miedo. Una vez hecho esto, pasamos entonces a reconocer a qué le tememos. La mayoría de las veces nos cuesta mucho reconocer exactamente a qué le tememos.


El mejor desafío es atravesar los miedos para transformarlos en experiencias positivas de vida...


"No esperes por el momento preciso. Empieza ahora. Hazlo ahora. Si esperas por el momento adecuado, nunca dejarás de esperar. "

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Sólo al conocer el dolor de la derrota podemos aprender a dominar la frustración de un fracaso en la vida diaria.

Es nuestra característica, de los seres humanos, de ordenar nuestro comportamiento encauzándolo hacia las metas que consideramos que han de satisfacer nuestros impulsos en la búsqueda de los objetivos que perseguimos.

Es frecuente, que no podamos satisfacer íntegramente estos impulsos, ya sea por circunstancias ajenas a nuestra voluntad o, también, por causas imputables a nosotros mismos.


Así que todos los que pasamos por este planeta, afrontamos alguna vez eso que hemos denominado frustración y habremos aprendido ya afrontarla, aunque hay muchos que no han podido salir del estado que la origina cuando no se le ha enfrentado adecuadamente.


Se entiende, que la frustración es una situación de tensión emocional. Aprender a detectarla y conocer sus causas es el primer paso para superarla.


Es un sentimiento que fluye cuando no se consigue alcanzar el objetivo que uno se ha propuesto y por el que se ha trabajado, luchado. Esto da paso a que se manifieste la ansiedad, rabia, depresión, angustia, ira, desde luego, sentimientos y pensamientos autodestructivos para el sujeto.


La frustración puede ser desencadenante de problemas psicológicos, con lo que hablaríamos de frustración patológica, caso en el que se debe acudir a un profesional.


Es así que la sensación de frustración es ocasionada por la interferencia que impide la ejecución, en el momento oportuno, de un objetivo. De la suma de sensaciones de frustración que se podría tener guardadas en el inconsciente se genera la sensación de fracaso, causante en la mayoría de los casos de la auto-agresión.


Entonces podemos decir que se entiende por frustración el estado de decepción creado emocionalmente cuando alguien espera realizar su deseo y se ve impedido de hacerlo.


La importancia de la frustración ha sido puesta de manifiesto prácticamente por todas las ciencias del espíritu: la Psicología experimental, la Psicología evolutiva, la Psicopatología evolutiva, la Psicopatología, el Psicoanálisis, la Historia, etc., también en el campo de la Psicología animal se han hecho estudios sobre las consecuencias de la frustración.


El proceso de madurez no es más que una larga carrera de obstáculos. A lo largo del desarrollo vital nos encontramos con numerosas barreras que impiden o dificultan la realización de nuestros deseos e impulsos


No todas las frustraciones son conscientes; muchas de ellas, especialmente las que tuvieron lugar en la infancia, son reprimidas y permanecen inconscientes. Cuando estas frustraciones implican una intensa descarga emocional pueden convertirse en causa de neurosis, o por lo menos en factor desencadenante de la misma.


Cuando la frustración se plantea en el plano consciente, normalmente es aceptada y no constituye un elemento distorsionante de la personalidad. El Psicoanálisis ha acentuado la importancia de las frustraciones debidas a la temática planteadas por el complejo de Edipo.


Una persona puede sufrir heridas psíquicas como consecuencia de un acontecimiento o situación que influye de forma negativa en su vida. Algunos acontecimientos de la vida pueden marcarnos de manera decisiva ya sea por la intensidad de ese acontecimiento, o ya sea porque se trate de alguien psicológicamente débil.


Los traumas pueden producirse a cualquier edad, aunque quizá la edad más frecuente sea la infancia y la juventud ya que son los periodos en los que personalidad no se ha configurado aún y cualquier acontecimiento puede influir de forma más decisiva.


De una experiencia dolorosa, unas personas aprenden, reflexionan y obtienen conclusiones positivas que les hacen por ejemplo más flexibles, tolerantes e incluso fuertes. Otras, sin embargo, se hunden y no ven salida.


Cualquiera que sea la causa que imposibilite la satisfacción de nuestros impulsos, el resultado siempre será el desajuste emocional que se ha de manifestar en forma de frustración o de conflicto que nos producirá el estado de ansiedad que puede llevarnos a la utilización de los mecanismos mentales de defensa y evasión que pongan en peligro nuestro desarrollo emocional.


Entonces cuando hay un impulso, un deseo, y la persona no es capaz de satisfacerlo, aparece entonces lo que en Psicología se llama frustración. Que se manifiesta como un estado de vacío o de anhelo insaciado.


En conclusión, podemos conseguir asumir nuestras limitaciones es un punto fundamental ya que cuando sabemos convivir con las frustraciones es cuando nuestras metas y objetivos se asientan sobre un plano real, relegando nuestros objetivos o deseos inviables, sabiendo en todo momento que no somos superhombres.


Lo que está claro es que de una experiencia dolorosa, unas personas aprenden, reflexionan y obtienen conclusiones positivas que les hacen por ejemplo más flexibles, tolerantes e incluso fuertes. Otras, sin embargo, se hunden y no ven salida. Para estos últimos recordar que lo mejor es pedir ayuda, hacer un trabajo de superación y entender estos acontecimientos como algo más de la vida y no como el motor de la misma.

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¿ESTAMOS CON LA PAREJA, QUE QUEREMOS?
“Quizás os parezca raro pero el primer paso está en comprender lo que sucede en vuestra relación y la única manera de conseguirlo es mirando dentro de vosotros mismos. Si tenéis el valor de permanecer solos con vosotros mismos, os daréis cuenta que cada día seréis más fuertes para abordar vuestros problemas, de esta forma os sentiréis libres y capaces de pasar a la acción.Una vez superado el miedo a la soledad, abandonareis todo resentimiento hacia el otro, porque seréis independientes. Apenas lo hagáis, os daréis cuenta que la infelicidad y la insatisfacción que sentíais desaparecen. Probad y experimentad el perdón, intentad dar más bien que esperar a recibir, tened paciencia y sed constantes, y os sorprenderéis transformados. ¡Mejoraréis! (Paloma Gascón. Psicoterapeuta.)


Todos necesitamos amar y por supuesto ser amados, pero muchas personas se preguntan, como si no estuvieran seguros de la persona con quien conviven. ¿Estoy con la pareja que quiero?


El tema del amor ocupa mucho lugar en nuestras vidas; cataratas de palabras se han escrito sobre el amor, miles de canciones están basadas en el amor y hasta las tragedias pasionales tienen que ver con el amor.


Muchos creen que el amor es cuestión de suerte, como una lotería, sin embargo no es así, porque el amor verdadero exige esfuerzo y sabiduría.


A veces la falta de amor produce una sensación de aislamiento y no pertenencia y un sentimiento de vacío difícil de llenar.


La mayoría de las personas pretende ser amada y todo el esfuerzo está orientado a atraer a alguien que la ame dispuesto a satisfacer su necesidad de afecto, sin tener en cuenta la propia capacidad de dar amor.


Las causas más comunes de saber si estamos con la pareja que queremos, se encuentra, por difícil que parezca, el que no conocemos a bien a la persona que es nuestra pareja, esto no tiene nada que ver con el tiempo que llevas al lado de esa persona, ya que podemos pensar esto a los pocos días de conocer a esta persona, o después de muchos años de vivir con ella. Lo cual quiere decir que en realidad no tuvieron calidad y profundidad en la relación que han llevado.


Nadie cree que sea necesario aprender algo sobre el amor porque lo consideran un arrebato propio de la naturaleza, confundiendo de esta manera una ocasional experiencia emocional con el amor verdadero.


Tampoco nadie quiere renunciar al amor romántico y desean que luego se consolide y se transforme en algo siempre romántico pero también serio, comprometido y que logre trascender los avatares del tiempo.


Pero otra de las causas recurrentes es el haber iniciado y mantenido una relación con una persona, buscando que sustituya a otra con quien estábamos ligados emocionalmente.


Lo que popularmente se conoce como "sacar un clavo con otro clavo".


Estamos inmersos en una sociedad de consumo donde todo se compra y se vende para ser usado.


La línea divisoria entre objeto y persona ya no es tan nítida como solía serlo cuando no todo se podía comprar.


Las elecciones de pareja ya no se basan en sentimientos sino en requisitos que hay que cumplir dentro del espectro de la demanda general, determinado por la cultura y las modas.


De esta manera cada uno ofrece su mercadería tratando de que en el intercambio no exista un desequilibrio de valores que pueda interferir en la relación.


Es un modo de establecer vínculos casi tan parecidos como los matrimonios arreglados de antaño, que nos parecían tan ridículos y fríos.


También podríamos decir que persona con quien estas cambió mucho, ya no es la misma persona que conociste y con quien trataste al principio de tu relación; tal parece que mantienes una relación con otra persona.


También se da el caso de que no logras ubicarte y sentirte a gusto al lado de las personas que son importantes para tu pareja, como son su familia, sus amigo y compañeros de trabajo.


Sin embargo, a pesar de tomar previsiones de toda índole y tratar de superar esta etapa de dolor y cambios te produce dolor y tristeza. Y te llevan al fracaso.


Estos fracasos nos demuestran que mantener un amor verdadero no es innato ni prefabricado sino que exige un aprendizaje. Se puede aprender a amar para siempre a alguien si tenemos mayor conciencia de nosotros mismos.


El sentimiento de aislamiento es propio de la naturaleza humana y es el origen de la angustia. La vida del hombre de hoy se centra en cómo superar su soledad.


Existen casos en los cuales los intereses sobre el futuro parecen no ser los mismos; se puede dar el caso en que él o ella no quieren tener hijos, mientras que el otro si lo quiere.


Resulta difícil lograr superar el estado de separación y lograr recuperar el anhelo de pertenencia y unión, en una sociedad donde el individuo no se puede diferenciar del otro.


La masificación atenta contra la identidad y nos convierte en objetos que son más valorados y aceptados en la medida que hacen, dicen, usan, y piensan lo mismo.


Conclusión


Si el amor es dependiente, no es verdadero amor, estamos necesitando que alguien nos de algo, compañía, sexo, status, y eso ya es utilizar al otro como una cosa, entonces podemos tolerar malos tratos y agresiones, porque no podemos prescindir de esas cosas.


Amar es ver al otro, en tanto que otro, alegrarse de sus aciertos y apenarse con él de sus errores, para acompañarlo con cariño en su vida diferente y única y para sentir que también formamos parte de su universo.


La aceptación del otro como es, constituye el pilar fundamental de una pareja, que es la capacidad de despojarse de las imágenes idealizadas y ver a la persona concreta para aceptarla tal cual es.


Si estás dispuesta a no quedarte de brazos cruzados, esperando a que la vida, el tiempo, la suerte o los demás te resuelvan la vida, haz algo ya!

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“Para quien navega sin rumbo ningún viento es favorable.” Seneca





Comenzamos diciendo que la ciclotimia es un trastorno del estado de ánimo similar al trastorno bipolar que se caracteriza por oscilaciones del estado de ánimo de la hipomanía a la depresión.


Un nivel leve de manía recibe el nombre de hipomanía. La hipomanía puede hacer sentir bien a la persona que la experimenta y se puede incluso asociar a un buen funcionamiento y a un incremento de la productividad. Así, aunque la familia y los amigos puedan reconocer que el estado de ánimo oscila como en un trastornos bipolar, la persona puede negar que algo marche mal.


La ciclotimia es un trastorno del estado de ánimo que evoluciona por fases de euforia o tristeza sin ninguna relación particular con alguna experiencia buena o mala en la vida de la persona afectada.


Es muy común que entre nustros comentarios aveces digamos que éste u otro compañero “es un ciclotímico”, para de

cir que tiene mal carácter o que no se sabe cómo va a reaccionar. Sin embargo, el término tiene su razón de s

er, se trata de un vocablo psiquiátrico que se refiere a una forma leve de la –hoy muy famosa– manía depresiva que últimamente se ha dado en llamar trastorno bipolar.


Podríamos decir que un ciclotímico tiene una versión menos severa del trastorno bipolar caracterizada por ep

isodios alternados de cambios en el estado de ánimo, que van de depresión leve o moderada a hipomanía.


Un ciclotímico es una persona que

sufre de ciclotimia, terrible mal que aqueja a algunos y los hace estar un día de buenas y otro de malas, una vez eufóricos y otra deprimidos y de capa c

aída, un día con ánimos y otro día sin ellos, un día muy bien vestidos y otro mal arreglados. Las personas que padecen ciclotimia un día te saludan y al otro no, un día de aman, y otro te odian.


Sin el tratamiento apropiado, sin embargo, la hipomanía puede convertirse en manía severa en algunas personas o puede aparecer después una depresión. Los síntomas nunca son los bastante severos como para ser clasificados como episodio depresivo mayor.

Para poder diagnosticar una ciclotimia, los síntomas hipomaniacos y los síntomas depresivos deben alter

narse durante al menos dos años. Los estudios de seguimiento longitudinales indican que el riesgo de que se desarrolle un trastorno bipolar en pacientes con ciclotimia es de cerca del 33 por ciento. Aunque

es importante, este índice sigue siendo demasiado bajo como para ver la ciclotimia simplemente como la manifestación temprana del trastorno bipolar tipo I.


La ciclotimia es una afección psicológica que puede afectar a todas las personas. Esta enfermedad puede consistir en un trastorno simple del estado de ánimo o en una verdadera patología psicológica.


Algunas características y tipos de ciclotimia

Ciclotimia ligera


Se tra

ta de una simple exageración del estado de ánimo normal. Las personas que padecen este tipo de c

iclotimia son llamadas "lunáticas" ya que tienen "altibajos".


Cilotimia regular

Los trastornos del estado de ánimo son repetitivos y duraderos.


Ciclotimia severa

La ciclotimia está asociada a una psicosis y a un estado maníaco-depresivo de gravedad que se ha vuelto patológico. En este caso, la cilotomia no consiste en cambios simples de temperamento sino en verdaderos trastornos psicológicos.



¿Quiénes son las personas afectadas?

La ciclotimia afecta a hombres y a niños aunque, al parecer, las mujeres son las más afectadas.

El 1% de la población padece este trastorno.


Síntomas

Cambios repentinos del estado de ánimo.

Etapas de euforia y depresión.

Aumento de la autoestima.

Sensación de recuperar las fuerzas rapidamente.

Deseo de conversar todo el tiempo.

Falta de concentración

Aumento de la actividad.

Diagnóstico

El diagnóstico de la ciclotimia se confirma si estos síntomas se prolongan durante 2 años como mínimo.

Tratamiento y prevención

El litio y el ácido valproico pueden estabilizar el estado de ánimo de la persona.

Es posible recurrir a una psicoterapia cognitiva y comportamental.


Las personas que tengan antecedentes familiares de ciclotimia deben somerterse a una evaluación médica constantemente.

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El hombre que tiene amigos a de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano. (Proverbio 18:24. La Biblia)

La amistad (del latín amicus; amigo, que posiblemente se derivó de amore, amar) es una relación afectiva entre dos o más personas.




La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tienen en la vida.


La amistad es un tipo de unión afectiva que se basa en la comunicación, el apoyo mutuo, la comprensión, el cariño y la absoluta armonía entre dos personas.


La amistad anima el alma y estimula el corazón. Se conocen sus efectos beneficiosos para la salud: activa nuevas áreas del cerebro y libera sustancias hormonales que favorecen la relajación y el bienestar.


Además, es como un espejo que refleja nuestra imagen ampliada. Nos hace crecer y madurar, ayudando a forjar nuestra personalidad y nuestras relaciones sociales con quienes nos rodean.


La amistad verdadera es desinteresada, pues más consiste en dar que en recibir; no busca el provecho propio, sino el del amigo.


El amigo verdadero no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera, exige renuncias, rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos.


El amigo es fuerte y sincero en la medida en que, de acuerdo con la prudencia sobrenatural, piensa generosamente en los demás, con personal sacrificio.


Del amigo se espera la correspondencia al clima de confianza, que se establece con la verdadera amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea necesaria, también la defensa clara y sin paliativos.


Para que haya verdadera amistad es necesario que exista correspondencia, es preciso que el afecto y la benevolencia sean mutuos, si es verdadera, la amistad tiende siempre a hacerse más fuerte: no se deja corromper por la envidia, no se enfría por las sospechas, crece en la dificultad.


Entonces se comparten con naturalidad las alegrías y las penas.















Un profundo sentimiento de amistad activa áreas muy particulares, generalmente infrautilizadas en el cerebro, que secretan una mezcla especial de sustancias bioquímicas.


La colaboración, el intercambio, el reconocimiento del otro, cierran el paso a la agresividad, la desconfianza o la defensa del territorio. El apoyo emocional que conlleva toda amistad y la alegría compartida activan el sistema inmunológico.


Entonces podríamos decir que la amistad es un bien humano y, a su vez, ocasión para desarrollar muchas virtudes humanas, porque crea una armonía de sentimientos y gustos que prescinde del amor de los sentidos, pero, en cambio, desarrolla hasta grados muy elevados, e incluso hasta el heroísmo, la dedicación del amigo al amigo.


Alguien dijo: “Que los encuentros de amistad, dan ocasión a almas nobles y virtuosas para gozar de esta relación humana que se llama amistad. Lo cual supone y desarrolla la generosidad, el desinterés, la simpatía, la solidaridad y; especialmente, la posibilidad de mutos sacrificios".


Es así que el amor es un sentimiento íntimamente unido a la amistad.


Todos necesitamos dar y recibir amor, es una capacidad de índole superior para la que el hombre está ampliamente dotado, a la vez que constituye una necesidad, ya que una existencia sin amor supone un vacío en una parcela importante de nuestra vida psíquica.


El buen amigo no abandona en las dificultades, no traiciona; nunca habla mal del amigo, ni permite que, ausente sea criticado, porque sale en su defensa.


Amistad es sinceridad, confianza, compartir penas y alegrías, animar, consolar, ayudar con el ejemplo.


A lo largo de la vida vamos estableciendo numerosas relaciones interpersonales en las que volcamos nuestro afecto, de una forma más o menos intensa, dependiendo de la afinidad que sentimos por esas personas, de la intensidad y frecuencia de la relación y de la reciprocidad afectiva que advertimos en ellos.


De forma más o menos inconsciente, damos cariño esperando que éste obtenga cierta resonancia en la persona querida, de tal modo que esta persona también nos dé cariño a nosotros, lo que supone un reconocimiento, una reciprocidad y el establecimiento de un vínculo afectivo como es la amistad.


Es propio de la amistad dar al amigo lo mejor que se posee. Nuestro más alto valor, sin comparación posible.


Tener amigos nos sirve de refugio donde, en caso de necesidad, podemos encontrar ayuda y consuelo sin tener que dar nada a cambio.


La amistad no es posesión, ni exigencias, ni obligaciones sino libertad y apoyo mutuo. Si no es así, quizás no sea una verdadera amistad lo que tenemos.


La amistad es una forma de enriquecimiento personal, aprendemos a dar y recibir cariño, a ser más generosos, pero además podemos aprender de las experiencias del otro, de sus conocimientos y vivencias.


El significado de la amistad y el tener amigos es algo que se instaura en la infancia y estas primeras adquisiciones influyen en su desarrollo posterior.


Al principio el niño se relaciona básicamente con su familia más íntima (padres, hermanos...), pero poco a poco, sobretodo gracias a la escuela, el niño inicia su socialización entablando lazos afectivos fuera del hogar.


Descubre a otros niños de su edad, con otras características, algunas iguales y otras diferentes a él.


Aprende a compartir, a confiar y a querer a personas de su misma edad. Hay un doble vínculo de forma que la personalidad del niño influye claramente en el desarrollo de sus amistades y éstas, a su vez, también lo hacen sobre su personalidad.


En esta etapa es fundamental el aprendizaje que se hace a partir de los padres, de sus amigos y de la relación que tengan con ellos.


Es más fácil que un niño tenga amigos en una familia en la que se valoran y potencian los lazos de amistad.


Para que la amistad sea verdadera, debe existir algo en común y, sobre todo, estabilidad.


El interés común puede ser una misma profesión, una misma carrera, un pasatiempo en común, y la misma vida nos va dando amigos.


Dice el refrán Aficiones y caminos hacen amigos.


Conclusión:


Amistad es un sentimiento compartido con otra persona, donde se busca el bien común, una palabra de consuelo, una sonrisa franca o un abrazo sincero.


Debemos considerar la verdadera amistad cuando existe una unión desinteresada, cordial, abierta, en la que hay un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del amigo; se debe cultivar con pequeños detalles de gratitud por todo lo que se recibe de ella.


La amistad comienza por la simpatía y el agrado que se siente al encontrarse personas que tienen cosas en común con nosotros.


Te empiezan a interesar las cosas del amigo y tú encuentras con gusto que a él también le interesan las tuyas.


Es muy agradable saber que cuentas con alguien que te quiere y te comprende y que comparte muchos de tus gustos y de tus ideas.


Sin embargo, no se limita con esto la verdadera amistad; tiene ciertas características y exigencias.


El amor en la amistad se convierte en amor incondicional, cuando buscas el bien de tu amigo, cuando respetas sus ideas, cuando lo aceptas tal y como es, cuando lo ayudas a crecer y superarse; si quieres una verdadera amistad, sin prisas, busca el conocimiento de la otra persona, resalta sus virtudes, minimiza sus defectos, y con mucho amor hazle reconocer sus errores


La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento.


Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película.


Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida?


Las amistades suelen comenzar de imprevisto, y muchas veces sin buscarlas.


En el camino de la vida vamos encontrándolas. Y todo comienza porque alguien "nos cae bien".


Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunos de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien.


La amistad no puede desarrollarse sin estabilidad.


Por eso cuando dejamos de ver durante muchos años a nuestros amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen personas totalmente diferentes, o simplemente no se pasa de un diálogo superficial que deja un mal sabor de boca.


La amistad es algo que requiere estabilidad en el trato.


La amistad es tan importante para el desarrollo humano, su estabilidad y el mejoramiento de la sociedad que es un verdadero valor, que debemos cuidar y fomentar.

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El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual -y aun el conocimiento de la llamada técnica sexual- es el resultado del amor.


Si aparte de la observación diaria fueran necesarias más pruebas en apoyo de esa tesis, podrían encontrarse en el vasto material de los datos psicoanalíticos.


El estudio de los problemas sexuales más frecuentes -frigidez en las mujeres y las formas más o menos serias de impotencia psíquica en los hombres-, demuestra que la causa no radica en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar.


El temor o el odio al otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y directo de la unión sexual.


Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u odiar, y tornarse entonces capaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos.


Si no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales le servirá de ayuda.


Pero si bien los datos de la terapia psicoanalitica señalan la falacia de la idea de que el conocimiento de la técnica sexual apropiada conduce a la felicidad sexual y al amor, la suposición subyacente de que el amor es el concomitante de la mutua satisfacción sexual está determinada en alto grado por las teorías de Freud.


Para Freud, el amor es básicamente un fenómeno sexual. "El hombre, al descubrir por experiencia que el amor sexual (genital) le proporcionaba su gratificación máxima, de modo que se convirtió en realidad de un prototipo de toda felicidad para él, debió, en consecuencia, haberse visto impelido a buscar su felicidad por el camino de las relaciones sexuales, a hacer de su erotismo genital el punto central de su vida." (S. Freud, Civilization and Its Discontents (versión inglesa de J. Riviére), Londres, The Hogarth Press, 1953, pág. 68.) Para Freud, la experiencia del amor fraterno es un producto del amor sexual, pero en el cual el instinto sexual se transforma en un impulso con "finalidad inhibida".


"Originalmente, el amor con una finalidad inhibida estaba sin duda lleno de amor sensual, y lo sigue estando aún en el inconsciente del hombre." (Ibídem, pág. 69.) En lo que atañe al sentimiento de fusión, de unidad ("sentimiento oceánico"), que constituye la esencia de la experiencia mística y la raíz de la más intensa sensación de unión con otra persona o con nuestros semejantes, Freud lo interpreta como un fenómeno patológico, como una regresión a un estado de temprano "narcisismo ilimitado". (Ibídem, pág. 21.)


Freud está sólo a un paso de afirmar que el amor es en sí mismo un fenómeno irracional.


Para él no existe diferencia entre el amor irracional y el amor como una expresión de la personalidad madura.


En un trabajo sobre el amor transferencial (Freud, Gesamte Werke, Londres, 1940-52, Vol. X.), señaló que éste no difiere esencialmente del fenómeno "normal" del amor.


Enamorarse linda siempre con lo anormal, siempre se acompaña de ceguera a la realidad, compulsividad, y constituye una transferencia de los objetos amorosos de la infancia.


El amor como fenómeno racional, como máximo logro de la madurez, no es, para Freud, materia de investigación, puesto que no tiene existencia real.



Sin embargo, sería un error sobrestimar la influencia de las ideas de Freud sobre el concepto de que el amor es el resultado de la atracción sexual, o de que es lo mismo que la satisfacción sexual, reflejada en el sentimiento consciente.


Esencialmente, el nexo causal siguió la dirección opuesta. Las ideas de Freud sufrieron en parte la influencia del espíritu del siglo diecinueve, en parte se hicieron populares a través de las tendencias predominantes en los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial.


Algunos de los factores que influyeron tanto sobre el concepto popular como sobre el freudiano, fueron, en primer término, una reacción contra las estrictas normas de la era victoriana.


El segundo factor determinante de las teorías de Freud reside en el concepto de hombre prevaleciente, concepto que se basa en la estructura del capitalismo.


A fin de demostrar que el capitalismo corresponde a las necesidades naturales del hombre, había que probar que el hombre era por naturaleza competitivo y hostil a los demás.


Mientras los economistas "demostraban" esto en función del insaciable deseo de beneficios económicos, y los darwinistas en función de la ley biológica de la supervivencia del más apto, Freud llegó a idéntico resultado partiendo de la suposición de que el hombre está movido por un insaciable deseo de conquista sexual de todas las mujeres, y que sólo la presión de la sociedad le impide obrar de acuerdo con sus deseos.


Como resultado, los hombres son necesariamente celosos los unos de los otros, y los celos y la competencia recíprocos subsistirían aunque todas sus causas sociales y económicas desaparecieran. ( El único discípulo de Freud que nunca se separó de su maestro y que, no obstante, en los últimos años de su vida modificó sus puntos de vista sobre el amor, fue Sándor Ferenczi.


Un excelente estudio sobre este tema, se encontrará en The Leaven of Love, de Izette de Forest, Nueva York, Harper and Brothers, 1954.)


Eventualmente, el pensamiento freudiano acusó una marcada influencia del tipo de materialismo predominante en el siglo diecinueve.


Creíase que el sustrato de todos los fenómenos mentales se encontraba en los fenómenos fisiológicos; por consiguiente, Freud consideró el amor, el odio, la ambición, los celos, como otros tantos productos de las diversas formas del instinto sexual.


No vio que la realidad básica está en la totalidad de la existencia humana; en primer término, en la situación humana común a todos los hombres, en segundo lugar, en la práctica de vida determinada por la estructura específica de la sociedad. (Marx dio un paso decisivo más allá de ese tipo de materialismo, en su propio "materialismo histórico", según el cual ni el cuerpo, ni un instinto tal como la necesidad de alimento o posesiones, constituye la clave de la comprensión del hombre, sino la totalidad del proceso vital del hombre, su "práctica de la vida".) Según Freud, la satisfacción plena y desinhibida de todos los deseos instintivos aseguraría la salud mental y la felicidad.


Pero hechos clínicos obvios muestran que los hombres -y las mujeres- que dedican su vida a la satisfacción sexual sin restricciones no son felices, y que a menudo sufren graves síntomas y conflictos neuróticos.


La gratificación completa de todas las necesidades instintivas no sólo no constituye la base de la felicidad, sino que ni siquiera garantiza la salud mental.


Las tesis freudianas pudieron llegar a popularizarse tan sólo en el período que siguió a la Primera Guerra Mundial, a causa de los cambios ocurridos en el espíritu del capitalismo, del énfasis en ahorrar al énfasis en gastar, de la autofrustración como medio de lograr el éxito económico al consumo como base de un mercado en constante expansión y como principal satisfacción para el individuo angustiado, automatizado.


Tanto en la esfera de lo sexual cuanto en la del consumo material, la tendencia fundamental era no postergar la satisfacción de ningún deseo.


Es interesante comparar los conceptos de Freud, que corresponden al espíritu del capitalismo tal como existía aún intacto, en los comienzos de este siglo, con los conceptos teóricos de uno de los más brillantes psicoanalistas contemporáneos, ya fallecido, H. S. Sullivan.


En el sistema psicoanalítico de Sullivan encontramos, en contraste con el de Freud, una estricta división entre sexualidad y amor.


¿Qué significado tienen el amor y la intimidad en el concepto de Sullivan? "Intimidad es un tipo de situación que comprende a dos personas y que permite la validación de todos los componentes de la excelencia personal.


Tal validación requiere un tipo de relación que llamo colaboración, entendiendo por ella adaptaciones formuladas de la propia conducta a necesidades manifiestas de la otra persona, en persecución de satisfacciones cada vez más idénticas -esto es, satisfacciones cada vez más mutuas, y para el mantenimiento de operaciones de seguridad más y más similares" (H. S. Sullivan, The Interpersonal Theory of Psychiatry, Nueva York, W. W. Norton Co., 1953, pág. 246.


Debe notarse que, aunque Sullivan da esta definición en relación a los impulsos de la preadolescencia, habla de ellos como tendencias integrativas, que aparecen durante la preadolescencia, "que cuando están completamente desarrolladas, denominamos amor", y dice que ese amor de la preadolescencia "representa el comienzo de algo muy similar al amor pleno, psiquiátricamente definido".).


Si liberamos ese pasaje de su lenguaje algo complicado, la esencia del amor se ve en una situación de colaboración, en la que dos personas sienten: "Seguimos las reglas del juego para conservar nuestro prestigio y sentimiento de superioridad y mérito."( Ibídem, pág. 246.


Otra definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias, está menos coloreada por el aspecto mercantil que la formulación anterior.)


Así como el concepto freudiano del amor es una descripción de la experiencia del varón patriarcal en términos del capitalismo del siglo diecinueve, así la descripción de Sullivan se refiere a la experiencia de la personalidad enajenada y mercantil del siglo veinte.


Es la descripción de un "egotismo á deux", de dos personas que aman sus intereses comunes y se unen frente a un mundo hostil y enajenado.


En realidad, su definición de la intimidad es en principio válida para el sentimiento de cualquier equipo cooperativo, en el que todos "adaptan su conducta a las necesidades manifiestas de la otra persona, en persecución de finalidades comunes" (es notable que Sullivan hable aquí de necesidades manifiestas, cuando lo menos que puede decirse del amor es que implica una reacción a las necesidades inexpresadas entre dos seres).


El amor como satisfacción sexual recíproca, y el amor como "trabajo en equipo" y como un refugio de la soledad, constituyen las dos formas "normales" de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea, de la patología del amor socialmente determinado.


Hay muchas formas individualizadas de la patología del amor, que ocasionan sufrimientos conscientes y que tanto los psiquiatras como muchos legos consideran neuróticas.


Algunas de las más frecuentes se describen brevemente en los siguientes ejemplos:


La condición básica del amor neurótico radica en el hecho de que uno o los dos "amantes" han permanecido ligados a la figura de un progenitor y transfieren los sentimientos, expectaciones y temores que una vez tuvieron frente al padre o la madre, a la persona amada en la vida adulta; tales personas no han superado el patrón de relación infantil, y aspiran a repetirlo en sus exigencias afectivas en la vida adulta.


En tales casos, la persona sigue siendo, desde el punto de vista afectivo, una criatura de dos, cinco o doce años, mientras que, intelectual y socialmente, está al nivel de su edad cronológica.


En los casos más graves, esa inmadurez emocional conduce a perturbaciones en su afectividad social; en los más leves, el conflicto se limita a la esfera de las relaciones personales íntimas.

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