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¿ESTAMOS CON LA PAREJA, QUE QUEREMOS?
“Quizás os parezca raro pero el primer paso está en comprender lo que sucede en vuestra relación y la única manera de conseguirlo es mirando dentro de vosotros mismos. Si tenéis el valor de permanecer solos con vosotros mismos, os daréis cuenta que cada día seréis más fuertes para abordar vuestros problemas, de esta forma os sentiréis libres y capaces de pasar a la acción.Una vez superado el miedo a la soledad, abandonareis todo resentimiento hacia el otro, porque seréis independientes. Apenas lo hagáis, os daréis cuenta que la infelicidad y la insatisfacción que sentíais desaparecen. Probad y experimentad el perdón, intentad dar más bien que esperar a recibir, tened paciencia y sed constantes, y os sorprenderéis transformados. ¡Mejoraréis! (Paloma Gascón. Psicoterapeuta.)


Todos necesitamos amar y por supuesto ser amados, pero muchas personas se preguntan, como si no estuvieran seguros de la persona con quien conviven. ¿Estoy con la pareja que quiero?


El tema del amor ocupa mucho lugar en nuestras vidas; cataratas de palabras se han escrito sobre el amor, miles de canciones están basadas en el amor y hasta las tragedias pasionales tienen que ver con el amor.


Muchos creen que el amor es cuestión de suerte, como una lotería, sin embargo no es así, porque el amor verdadero exige esfuerzo y sabiduría.


A veces la falta de amor produce una sensación de aislamiento y no pertenencia y un sentimiento de vacío difícil de llenar.


La mayoría de las personas pretende ser amada y todo el esfuerzo está orientado a atraer a alguien que la ame dispuesto a satisfacer su necesidad de afecto, sin tener en cuenta la propia capacidad de dar amor.


Las causas más comunes de saber si estamos con la pareja que queremos, se encuentra, por difícil que parezca, el que no conocemos a bien a la persona que es nuestra pareja, esto no tiene nada que ver con el tiempo que llevas al lado de esa persona, ya que podemos pensar esto a los pocos días de conocer a esta persona, o después de muchos años de vivir con ella. Lo cual quiere decir que en realidad no tuvieron calidad y profundidad en la relación que han llevado.


Nadie cree que sea necesario aprender algo sobre el amor porque lo consideran un arrebato propio de la naturaleza, confundiendo de esta manera una ocasional experiencia emocional con el amor verdadero.


Tampoco nadie quiere renunciar al amor romántico y desean que luego se consolide y se transforme en algo siempre romántico pero también serio, comprometido y que logre trascender los avatares del tiempo.


Pero otra de las causas recurrentes es el haber iniciado y mantenido una relación con una persona, buscando que sustituya a otra con quien estábamos ligados emocionalmente.


Lo que popularmente se conoce como "sacar un clavo con otro clavo".


Estamos inmersos en una sociedad de consumo donde todo se compra y se vende para ser usado.


La línea divisoria entre objeto y persona ya no es tan nítida como solía serlo cuando no todo se podía comprar.


Las elecciones de pareja ya no se basan en sentimientos sino en requisitos que hay que cumplir dentro del espectro de la demanda general, determinado por la cultura y las modas.


De esta manera cada uno ofrece su mercadería tratando de que en el intercambio no exista un desequilibrio de valores que pueda interferir en la relación.


Es un modo de establecer vínculos casi tan parecidos como los matrimonios arreglados de antaño, que nos parecían tan ridículos y fríos.


También podríamos decir que persona con quien estas cambió mucho, ya no es la misma persona que conociste y con quien trataste al principio de tu relación; tal parece que mantienes una relación con otra persona.


También se da el caso de que no logras ubicarte y sentirte a gusto al lado de las personas que son importantes para tu pareja, como son su familia, sus amigo y compañeros de trabajo.


Sin embargo, a pesar de tomar previsiones de toda índole y tratar de superar esta etapa de dolor y cambios te produce dolor y tristeza. Y te llevan al fracaso.


Estos fracasos nos demuestran que mantener un amor verdadero no es innato ni prefabricado sino que exige un aprendizaje. Se puede aprender a amar para siempre a alguien si tenemos mayor conciencia de nosotros mismos.


El sentimiento de aislamiento es propio de la naturaleza humana y es el origen de la angustia. La vida del hombre de hoy se centra en cómo superar su soledad.


Existen casos en los cuales los intereses sobre el futuro parecen no ser los mismos; se puede dar el caso en que él o ella no quieren tener hijos, mientras que el otro si lo quiere.


Resulta difícil lograr superar el estado de separación y lograr recuperar el anhelo de pertenencia y unión, en una sociedad donde el individuo no se puede diferenciar del otro.


La masificación atenta contra la identidad y nos convierte en objetos que son más valorados y aceptados en la medida que hacen, dicen, usan, y piensan lo mismo.


Conclusión


Si el amor es dependiente, no es verdadero amor, estamos necesitando que alguien nos de algo, compañía, sexo, status, y eso ya es utilizar al otro como una cosa, entonces podemos tolerar malos tratos y agresiones, porque no podemos prescindir de esas cosas.


Amar es ver al otro, en tanto que otro, alegrarse de sus aciertos y apenarse con él de sus errores, para acompañarlo con cariño en su vida diferente y única y para sentir que también formamos parte de su universo.


La aceptación del otro como es, constituye el pilar fundamental de una pareja, que es la capacidad de despojarse de las imágenes idealizadas y ver a la persona concreta para aceptarla tal cual es.


Si estás dispuesta a no quedarte de brazos cruzados, esperando a que la vida, el tiempo, la suerte o los demás te resuelvan la vida, haz algo ya!

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“Para quien navega sin rumbo ningún viento es favorable.” Seneca





Comenzamos diciendo que la ciclotimia es un trastorno del estado de ánimo similar al trastorno bipolar que se caracteriza por oscilaciones del estado de ánimo de la hipomanía a la depresión.


Un nivel leve de manía recibe el nombre de hipomanía. La hipomanía puede hacer sentir bien a la persona que la experimenta y se puede incluso asociar a un buen funcionamiento y a un incremento de la productividad. Así, aunque la familia y los amigos puedan reconocer que el estado de ánimo oscila como en un trastornos bipolar, la persona puede negar que algo marche mal.


La ciclotimia es un trastorno del estado de ánimo que evoluciona por fases de euforia o tristeza sin ninguna relación particular con alguna experiencia buena o mala en la vida de la persona afectada.


Es muy común que entre nustros comentarios aveces digamos que éste u otro compañero “es un ciclotímico”, para de

cir que tiene mal carácter o que no se sabe cómo va a reaccionar. Sin embargo, el término tiene su razón de s

er, se trata de un vocablo psiquiátrico que se refiere a una forma leve de la –hoy muy famosa– manía depresiva que últimamente se ha dado en llamar trastorno bipolar.


Podríamos decir que un ciclotímico tiene una versión menos severa del trastorno bipolar caracterizada por ep

isodios alternados de cambios en el estado de ánimo, que van de depresión leve o moderada a hipomanía.


Un ciclotímico es una persona que

sufre de ciclotimia, terrible mal que aqueja a algunos y los hace estar un día de buenas y otro de malas, una vez eufóricos y otra deprimidos y de capa c

aída, un día con ánimos y otro día sin ellos, un día muy bien vestidos y otro mal arreglados. Las personas que padecen ciclotimia un día te saludan y al otro no, un día de aman, y otro te odian.


Sin el tratamiento apropiado, sin embargo, la hipomanía puede convertirse en manía severa en algunas personas o puede aparecer después una depresión. Los síntomas nunca son los bastante severos como para ser clasificados como episodio depresivo mayor.

Para poder diagnosticar una ciclotimia, los síntomas hipomaniacos y los síntomas depresivos deben alter

narse durante al menos dos años. Los estudios de seguimiento longitudinales indican que el riesgo de que se desarrolle un trastorno bipolar en pacientes con ciclotimia es de cerca del 33 por ciento. Aunque

es importante, este índice sigue siendo demasiado bajo como para ver la ciclotimia simplemente como la manifestación temprana del trastorno bipolar tipo I.


La ciclotimia es una afección psicológica que puede afectar a todas las personas. Esta enfermedad puede consistir en un trastorno simple del estado de ánimo o en una verdadera patología psicológica.


Algunas características y tipos de ciclotimia

Ciclotimia ligera


Se tra

ta de una simple exageración del estado de ánimo normal. Las personas que padecen este tipo de c

iclotimia son llamadas "lunáticas" ya que tienen "altibajos".


Cilotimia regular

Los trastornos del estado de ánimo son repetitivos y duraderos.


Ciclotimia severa

La ciclotimia está asociada a una psicosis y a un estado maníaco-depresivo de gravedad que se ha vuelto patológico. En este caso, la cilotomia no consiste en cambios simples de temperamento sino en verdaderos trastornos psicológicos.



¿Quiénes son las personas afectadas?

La ciclotimia afecta a hombres y a niños aunque, al parecer, las mujeres son las más afectadas.

El 1% de la población padece este trastorno.


Síntomas

Cambios repentinos del estado de ánimo.

Etapas de euforia y depresión.

Aumento de la autoestima.

Sensación de recuperar las fuerzas rapidamente.

Deseo de conversar todo el tiempo.

Falta de concentración

Aumento de la actividad.

Diagnóstico

El diagnóstico de la ciclotimia se confirma si estos síntomas se prolongan durante 2 años como mínimo.

Tratamiento y prevención

El litio y el ácido valproico pueden estabilizar el estado de ánimo de la persona.

Es posible recurrir a una psicoterapia cognitiva y comportamental.


Las personas que tengan antecedentes familiares de ciclotimia deben somerterse a una evaluación médica constantemente.

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El hombre que tiene amigos a de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano. (Proverbio 18:24. La Biblia)

La amistad (del latín amicus; amigo, que posiblemente se derivó de amore, amar) es una relación afectiva entre dos o más personas.




La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tienen en la vida.


La amistad es un tipo de unión afectiva que se basa en la comunicación, el apoyo mutuo, la comprensión, el cariño y la absoluta armonía entre dos personas.


La amistad anima el alma y estimula el corazón. Se conocen sus efectos beneficiosos para la salud: activa nuevas áreas del cerebro y libera sustancias hormonales que favorecen la relajación y el bienestar.


Además, es como un espejo que refleja nuestra imagen ampliada. Nos hace crecer y madurar, ayudando a forjar nuestra personalidad y nuestras relaciones sociales con quienes nos rodean.


La amistad verdadera es desinteresada, pues más consiste en dar que en recibir; no busca el provecho propio, sino el del amigo.


El amigo verdadero no puede tener, para su amigo, dos caras: la amistad, si ha de ser leal y sincera, exige renuncias, rectitud, intercambio de favores, de servicios nobles y lícitos.


El amigo es fuerte y sincero en la medida en que, de acuerdo con la prudencia sobrenatural, piensa generosamente en los demás, con personal sacrificio.


Del amigo se espera la correspondencia al clima de confianza, que se establece con la verdadera amistad; se espera el reconocimiento de lo que somos y, cuando sea necesaria, también la defensa clara y sin paliativos.


Para que haya verdadera amistad es necesario que exista correspondencia, es preciso que el afecto y la benevolencia sean mutuos, si es verdadera, la amistad tiende siempre a hacerse más fuerte: no se deja corromper por la envidia, no se enfría por las sospechas, crece en la dificultad.


Entonces se comparten con naturalidad las alegrías y las penas.















Un profundo sentimiento de amistad activa áreas muy particulares, generalmente infrautilizadas en el cerebro, que secretan una mezcla especial de sustancias bioquímicas.


La colaboración, el intercambio, el reconocimiento del otro, cierran el paso a la agresividad, la desconfianza o la defensa del territorio. El apoyo emocional que conlleva toda amistad y la alegría compartida activan el sistema inmunológico.


Entonces podríamos decir que la amistad es un bien humano y, a su vez, ocasión para desarrollar muchas virtudes humanas, porque crea una armonía de sentimientos y gustos que prescinde del amor de los sentidos, pero, en cambio, desarrolla hasta grados muy elevados, e incluso hasta el heroísmo, la dedicación del amigo al amigo.


Alguien dijo: “Que los encuentros de amistad, dan ocasión a almas nobles y virtuosas para gozar de esta relación humana que se llama amistad. Lo cual supone y desarrolla la generosidad, el desinterés, la simpatía, la solidaridad y; especialmente, la posibilidad de mutos sacrificios".


Es así que el amor es un sentimiento íntimamente unido a la amistad.


Todos necesitamos dar y recibir amor, es una capacidad de índole superior para la que el hombre está ampliamente dotado, a la vez que constituye una necesidad, ya que una existencia sin amor supone un vacío en una parcela importante de nuestra vida psíquica.


El buen amigo no abandona en las dificultades, no traiciona; nunca habla mal del amigo, ni permite que, ausente sea criticado, porque sale en su defensa.


Amistad es sinceridad, confianza, compartir penas y alegrías, animar, consolar, ayudar con el ejemplo.


A lo largo de la vida vamos estableciendo numerosas relaciones interpersonales en las que volcamos nuestro afecto, de una forma más o menos intensa, dependiendo de la afinidad que sentimos por esas personas, de la intensidad y frecuencia de la relación y de la reciprocidad afectiva que advertimos en ellos.


De forma más o menos inconsciente, damos cariño esperando que éste obtenga cierta resonancia en la persona querida, de tal modo que esta persona también nos dé cariño a nosotros, lo que supone un reconocimiento, una reciprocidad y el establecimiento de un vínculo afectivo como es la amistad.


Es propio de la amistad dar al amigo lo mejor que se posee. Nuestro más alto valor, sin comparación posible.


Tener amigos nos sirve de refugio donde, en caso de necesidad, podemos encontrar ayuda y consuelo sin tener que dar nada a cambio.


La amistad no es posesión, ni exigencias, ni obligaciones sino libertad y apoyo mutuo. Si no es así, quizás no sea una verdadera amistad lo que tenemos.


La amistad es una forma de enriquecimiento personal, aprendemos a dar y recibir cariño, a ser más generosos, pero además podemos aprender de las experiencias del otro, de sus conocimientos y vivencias.


El significado de la amistad y el tener amigos es algo que se instaura en la infancia y estas primeras adquisiciones influyen en su desarrollo posterior.


Al principio el niño se relaciona básicamente con su familia más íntima (padres, hermanos...), pero poco a poco, sobretodo gracias a la escuela, el niño inicia su socialización entablando lazos afectivos fuera del hogar.


Descubre a otros niños de su edad, con otras características, algunas iguales y otras diferentes a él.


Aprende a compartir, a confiar y a querer a personas de su misma edad. Hay un doble vínculo de forma que la personalidad del niño influye claramente en el desarrollo de sus amistades y éstas, a su vez, también lo hacen sobre su personalidad.


En esta etapa es fundamental el aprendizaje que se hace a partir de los padres, de sus amigos y de la relación que tengan con ellos.


Es más fácil que un niño tenga amigos en una familia en la que se valoran y potencian los lazos de amistad.


Para que la amistad sea verdadera, debe existir algo en común y, sobre todo, estabilidad.


El interés común puede ser una misma profesión, una misma carrera, un pasatiempo en común, y la misma vida nos va dando amigos.


Dice el refrán Aficiones y caminos hacen amigos.


Conclusión:


Amistad es un sentimiento compartido con otra persona, donde se busca el bien común, una palabra de consuelo, una sonrisa franca o un abrazo sincero.


Debemos considerar la verdadera amistad cuando existe una unión desinteresada, cordial, abierta, en la que hay un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del amigo; se debe cultivar con pequeños detalles de gratitud por todo lo que se recibe de ella.


La amistad comienza por la simpatía y el agrado que se siente al encontrarse personas que tienen cosas en común con nosotros.


Te empiezan a interesar las cosas del amigo y tú encuentras con gusto que a él también le interesan las tuyas.


Es muy agradable saber que cuentas con alguien que te quiere y te comprende y que comparte muchos de tus gustos y de tus ideas.


Sin embargo, no se limita con esto la verdadera amistad; tiene ciertas características y exigencias.


El amor en la amistad se convierte en amor incondicional, cuando buscas el bien de tu amigo, cuando respetas sus ideas, cuando lo aceptas tal y como es, cuando lo ayudas a crecer y superarse; si quieres una verdadera amistad, sin prisas, busca el conocimiento de la otra persona, resalta sus virtudes, minimiza sus defectos, y con mucho amor hazle reconocer sus errores


La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento.


Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película.


Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida?


Las amistades suelen comenzar de imprevisto, y muchas veces sin buscarlas.


En el camino de la vida vamos encontrándolas. Y todo comienza porque alguien "nos cae bien".


Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunos de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien.


La amistad no puede desarrollarse sin estabilidad.


Por eso cuando dejamos de ver durante muchos años a nuestros amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen personas totalmente diferentes, o simplemente no se pasa de un diálogo superficial que deja un mal sabor de boca.


La amistad es algo que requiere estabilidad en el trato.


La amistad es tan importante para el desarrollo humano, su estabilidad y el mejoramiento de la sociedad que es un verdadero valor, que debemos cuidar y fomentar.

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El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual -y aun el conocimiento de la llamada técnica sexual- es el resultado del amor.


Si aparte de la observación diaria fueran necesarias más pruebas en apoyo de esa tesis, podrían encontrarse en el vasto material de los datos psicoanalíticos.


El estudio de los problemas sexuales más frecuentes -frigidez en las mujeres y las formas más o menos serias de impotencia psíquica en los hombres-, demuestra que la causa no radica en una falta de conocimiento de la técnica adecuada, sino en las inhibiciones que impiden amar.


El temor o el odio al otro sexo están en la raíz de las dificultades que impiden a una persona entregarse por completo, actuar espontáneamente, confiar en el compañero sexual, en lo inmediato y directo de la unión sexual.


Si una persona sexualmente inhibida puede dejar de temer u odiar, y tornarse entonces capaz de amar, sus problemas sexuales están resueltos.


Si no, ningún conocimiento sobre técnicas sexuales le servirá de ayuda.


Pero si bien los datos de la terapia psicoanalitica señalan la falacia de la idea de que el conocimiento de la técnica sexual apropiada conduce a la felicidad sexual y al amor, la suposición subyacente de que el amor es el concomitante de la mutua satisfacción sexual está determinada en alto grado por las teorías de Freud.


Para Freud, el amor es básicamente un fenómeno sexual. "El hombre, al descubrir por experiencia que el amor sexual (genital) le proporcionaba su gratificación máxima, de modo que se convirtió en realidad de un prototipo de toda felicidad para él, debió, en consecuencia, haberse visto impelido a buscar su felicidad por el camino de las relaciones sexuales, a hacer de su erotismo genital el punto central de su vida." (S. Freud, Civilization and Its Discontents (versión inglesa de J. Riviére), Londres, The Hogarth Press, 1953, pág. 68.) Para Freud, la experiencia del amor fraterno es un producto del amor sexual, pero en el cual el instinto sexual se transforma en un impulso con "finalidad inhibida".


"Originalmente, el amor con una finalidad inhibida estaba sin duda lleno de amor sensual, y lo sigue estando aún en el inconsciente del hombre." (Ibídem, pág. 69.) En lo que atañe al sentimiento de fusión, de unidad ("sentimiento oceánico"), que constituye la esencia de la experiencia mística y la raíz de la más intensa sensación de unión con otra persona o con nuestros semejantes, Freud lo interpreta como un fenómeno patológico, como una regresión a un estado de temprano "narcisismo ilimitado". (Ibídem, pág. 21.)


Freud está sólo a un paso de afirmar que el amor es en sí mismo un fenómeno irracional.


Para él no existe diferencia entre el amor irracional y el amor como una expresión de la personalidad madura.


En un trabajo sobre el amor transferencial (Freud, Gesamte Werke, Londres, 1940-52, Vol. X.), señaló que éste no difiere esencialmente del fenómeno "normal" del amor.


Enamorarse linda siempre con lo anormal, siempre se acompaña de ceguera a la realidad, compulsividad, y constituye una transferencia de los objetos amorosos de la infancia.


El amor como fenómeno racional, como máximo logro de la madurez, no es, para Freud, materia de investigación, puesto que no tiene existencia real.



Sin embargo, sería un error sobrestimar la influencia de las ideas de Freud sobre el concepto de que el amor es el resultado de la atracción sexual, o de que es lo mismo que la satisfacción sexual, reflejada en el sentimiento consciente.


Esencialmente, el nexo causal siguió la dirección opuesta. Las ideas de Freud sufrieron en parte la influencia del espíritu del siglo diecinueve, en parte se hicieron populares a través de las tendencias predominantes en los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial.


Algunos de los factores que influyeron tanto sobre el concepto popular como sobre el freudiano, fueron, en primer término, una reacción contra las estrictas normas de la era victoriana.


El segundo factor determinante de las teorías de Freud reside en el concepto de hombre prevaleciente, concepto que se basa en la estructura del capitalismo.


A fin de demostrar que el capitalismo corresponde a las necesidades naturales del hombre, había que probar que el hombre era por naturaleza competitivo y hostil a los demás.


Mientras los economistas "demostraban" esto en función del insaciable deseo de beneficios económicos, y los darwinistas en función de la ley biológica de la supervivencia del más apto, Freud llegó a idéntico resultado partiendo de la suposición de que el hombre está movido por un insaciable deseo de conquista sexual de todas las mujeres, y que sólo la presión de la sociedad le impide obrar de acuerdo con sus deseos.


Como resultado, los hombres son necesariamente celosos los unos de los otros, y los celos y la competencia recíprocos subsistirían aunque todas sus causas sociales y económicas desaparecieran. ( El único discípulo de Freud que nunca se separó de su maestro y que, no obstante, en los últimos años de su vida modificó sus puntos de vista sobre el amor, fue Sándor Ferenczi.


Un excelente estudio sobre este tema, se encontrará en The Leaven of Love, de Izette de Forest, Nueva York, Harper and Brothers, 1954.)


Eventualmente, el pensamiento freudiano acusó una marcada influencia del tipo de materialismo predominante en el siglo diecinueve.


Creíase que el sustrato de todos los fenómenos mentales se encontraba en los fenómenos fisiológicos; por consiguiente, Freud consideró el amor, el odio, la ambición, los celos, como otros tantos productos de las diversas formas del instinto sexual.


No vio que la realidad básica está en la totalidad de la existencia humana; en primer término, en la situación humana común a todos los hombres, en segundo lugar, en la práctica de vida determinada por la estructura específica de la sociedad. (Marx dio un paso decisivo más allá de ese tipo de materialismo, en su propio "materialismo histórico", según el cual ni el cuerpo, ni un instinto tal como la necesidad de alimento o posesiones, constituye la clave de la comprensión del hombre, sino la totalidad del proceso vital del hombre, su "práctica de la vida".) Según Freud, la satisfacción plena y desinhibida de todos los deseos instintivos aseguraría la salud mental y la felicidad.


Pero hechos clínicos obvios muestran que los hombres -y las mujeres- que dedican su vida a la satisfacción sexual sin restricciones no son felices, y que a menudo sufren graves síntomas y conflictos neuróticos.


La gratificación completa de todas las necesidades instintivas no sólo no constituye la base de la felicidad, sino que ni siquiera garantiza la salud mental.


Las tesis freudianas pudieron llegar a popularizarse tan sólo en el período que siguió a la Primera Guerra Mundial, a causa de los cambios ocurridos en el espíritu del capitalismo, del énfasis en ahorrar al énfasis en gastar, de la autofrustración como medio de lograr el éxito económico al consumo como base de un mercado en constante expansión y como principal satisfacción para el individuo angustiado, automatizado.


Tanto en la esfera de lo sexual cuanto en la del consumo material, la tendencia fundamental era no postergar la satisfacción de ningún deseo.


Es interesante comparar los conceptos de Freud, que corresponden al espíritu del capitalismo tal como existía aún intacto, en los comienzos de este siglo, con los conceptos teóricos de uno de los más brillantes psicoanalistas contemporáneos, ya fallecido, H. S. Sullivan.


En el sistema psicoanalítico de Sullivan encontramos, en contraste con el de Freud, una estricta división entre sexualidad y amor.


¿Qué significado tienen el amor y la intimidad en el concepto de Sullivan? "Intimidad es un tipo de situación que comprende a dos personas y que permite la validación de todos los componentes de la excelencia personal.


Tal validación requiere un tipo de relación que llamo colaboración, entendiendo por ella adaptaciones formuladas de la propia conducta a necesidades manifiestas de la otra persona, en persecución de satisfacciones cada vez más idénticas -esto es, satisfacciones cada vez más mutuas, y para el mantenimiento de operaciones de seguridad más y más similares" (H. S. Sullivan, The Interpersonal Theory of Psychiatry, Nueva York, W. W. Norton Co., 1953, pág. 246.


Debe notarse que, aunque Sullivan da esta definición en relación a los impulsos de la preadolescencia, habla de ellos como tendencias integrativas, que aparecen durante la preadolescencia, "que cuando están completamente desarrolladas, denominamos amor", y dice que ese amor de la preadolescencia "representa el comienzo de algo muy similar al amor pleno, psiquiátricamente definido".).


Si liberamos ese pasaje de su lenguaje algo complicado, la esencia del amor se ve en una situación de colaboración, en la que dos personas sienten: "Seguimos las reglas del juego para conservar nuestro prestigio y sentimiento de superioridad y mérito."( Ibídem, pág. 246.


Otra definición del amor según Sullivan: el amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de otra persona son tan importantes como las propias, está menos coloreada por el aspecto mercantil que la formulación anterior.)


Así como el concepto freudiano del amor es una descripción de la experiencia del varón patriarcal en términos del capitalismo del siglo diecinueve, así la descripción de Sullivan se refiere a la experiencia de la personalidad enajenada y mercantil del siglo veinte.


Es la descripción de un "egotismo á deux", de dos personas que aman sus intereses comunes y se unen frente a un mundo hostil y enajenado.


En realidad, su definición de la intimidad es en principio válida para el sentimiento de cualquier equipo cooperativo, en el que todos "adaptan su conducta a las necesidades manifiestas de la otra persona, en persecución de finalidades comunes" (es notable que Sullivan hable aquí de necesidades manifiestas, cuando lo menos que puede decirse del amor es que implica una reacción a las necesidades inexpresadas entre dos seres).


El amor como satisfacción sexual recíproca, y el amor como "trabajo en equipo" y como un refugio de la soledad, constituyen las dos formas "normales" de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea, de la patología del amor socialmente determinado.


Hay muchas formas individualizadas de la patología del amor, que ocasionan sufrimientos conscientes y que tanto los psiquiatras como muchos legos consideran neuróticas.


Algunas de las más frecuentes se describen brevemente en los siguientes ejemplos:


La condición básica del amor neurótico radica en el hecho de que uno o los dos "amantes" han permanecido ligados a la figura de un progenitor y transfieren los sentimientos, expectaciones y temores que una vez tuvieron frente al padre o la madre, a la persona amada en la vida adulta; tales personas no han superado el patrón de relación infantil, y aspiran a repetirlo en sus exigencias afectivas en la vida adulta.


En tales casos, la persona sigue siendo, desde el punto de vista afectivo, una criatura de dos, cinco o doce años, mientras que, intelectual y socialmente, está al nivel de su edad cronológica.


En los casos más graves, esa inmadurez emocional conduce a perturbaciones en su afectividad social; en los más leves, el conflicto se limita a la esfera de las relaciones personales íntimas.

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¿QUE ES LA PAZ INTERIOR PARA TI?


Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera. François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.




La paz interior es la tranquilidad espiritual, el aprender a sentir, y fluir, lo importante que es fluir, a veces no nos damos cuenta de lo importantísimo que es ser conscientes del aquí y del ahora.


La paz interior, es poder disfrutar de ese amanecer y sentirlo, de sentir una caricia, de poder sentir un abrazo, de poder sentir la brisa del mar en nuestro rostro, la paz interior, es el reconocer que somos, de reconocer nuestra esencia, nuestro ser interno, de poder sintonizarnos con el universo, ya que formamos parte de él, como diría Deepack CHopra.


¿CUÁL ES LA RECETA MILAGROSA PARA CONSEGUIR LA PAZ INTERIOR?


La verdadera paz interior se encuentra en la simpleza de nuestros actos y pensamientos.


Al hablar de la paz interior no podemos dejar de mencionar el amor, la felicidad y la armonía como formulas “mágicas” para lograr esa ansiada sensación de paz que todos buscamos y que tarde o temprano encontraremos, si nos lo proponemos firmemente.


¿CUAL ES LA LLAVE EN LA BÚSQUEDA DE PAZ Y FELICIDAD?

Para Opinar...

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EL AMOR Y SU DESINTEGRACIÓN EN LA SOCIEDAD OCCIDENTAL CONTEMPORÁNEA. Erich Fromm

Si el amor es una capacidad del carácter maduro, productivo, de ello se sigue que la capacidad de amar de un individuo perteneciente a cualquier cultura dada depende de la influencia que esa cultura ejerce sobre el carácter de la persona media.


Al hablar del amor en la cultura occidental contemporánea, entendemos preguntar si la estructura social de la civilización occidental y el espíritu que de ella resulta llevan al desarrollo del amor.


Plantear tal interrogante es contestarlo negativamente. Ningún observador objetivo de nuestra vida occidental puede dudar de que el amor -fraterno, materno y erótico- es un fenómeno relativamente raro, y que en su lugar hay cierto número de formas de pseudoamor, que son, en realidad, otras tantas formas de la desintegración del amor.


La sociedad capitalista se basa en el principio de libertad política, por un lado, y del mercado como regulador de todas las relaciones económicas, y por lo tanto, sociales, por el otro. El mercado de productos determina las condiciones que rigen el intercambio de mercancías, y el mercado del trabajo regula la adquisición y venta de la mano de obra.


Tanto las cosas útiles como la energía y la habilidad humanas se transforman en artículos que se intercambian sin utilizar la fuerza y sin fraude en las condiciones del mercado. Los zapatos, por útiles y necesarios que sean, carecen de valor económico (valor de intercambio) si no hay demanda de ellos en el mercado; la energía y la habilidad humanas no tienen valor de intercambio si no existe demanda en las condiciones existentes en el mercado.


El poseedor de capital puede comprar mano de obra y hacerla trabajar para la provechosa inversión de su capital. El poseedor de mano de obra debe venderla a los capitalistas según las condiciones existentes en el mercado, o pasará hambre. Tal estructura económica se refleja en una jerarquía de valores.


El capital domina al trabajo; las cosas acumuladas, lo que está muerto, tiene más valor que el trabajo, los poderes humanos, lo que está vivo.


Tal ha sido la estructura básica del capitalismo desde sus comienzos. Y si bien caracteriza todavía al capitalismo moderno, se han modificado ciertos factores que dan al capitalismo contemporáneo sus cualidades específicas y ejercen una honda influencia sobre la estructura caracterológica del hombre moderno.


Como resultado del desarrollo del capitalismo, presenciamos un proceso siempre creciente de centralización y concentración del capital. Las grandes empresas se expanden continuamente, mientras las pequeñas se asfixian.


La posesión del capital invertido en tales empresas está cada vez más separada de la función de administrarlas. Cientos de miles de accionistas "poseen" la empresa; una burocracia administrativa bien pagada, pero que no posee la empresa, la maneja. Esa burocracia está menos interesada en obtener beneficios máximos que en la expansión de la empresa, y en su propio poder.


La concentración creciente de capital y el surgimiento de una poderosa burocracia administrativa corren parejas con el desarrollo del movimiento laboral. A través de la sindicalización del trabajo, el trabajador individual no tiene que comerciar por y para sí mismo en el mercado laboral; pertenece a grandes sindicatos, dirigidos también por una poderosa burocracia que lo representa ante los colosos industriales.


La iniciativa ha pasado, para bien o para mal, del individuo a la burocracia, tanto en lo que respecta al capital como al trabajo. Un número cada vez mayor de individuos deja de ser independiente y comienza a depender de quienes dirigen los grandes imperios económicos.


Otro rasgo decisivo que resulta de esa concentración del capital, y característico del capitalismo moderno, es la forma específica de la organización del trabajo. Empresas sumamente centralizadas con una división radical del trabajo conducen a una organización donde el trabajador pierde su individualidad, en la que se convierte en un engranaje no indispensable de la máquina.


El problema humano del capitalismo moderno puede formularse de la siguiente manera:

El capitalismo moderno necesita hombres que cooperen mansamente y en gran número; que quieran consumir cada vez más; y cuyos gustos estén estandarizados y puedan modificarse y anticiparse fácilmente. Necesita hombres que se sientan libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral -dispuestos, empero, a que los manejen, a hacer lo que se espera de ellos, a encajar sin dificultades en la maquinaria social-; a los que se pueda guiar sin recurrir a la fuerza, conducir, sin líderes, impulsar sin finalidad alguna -excepto la de cumplir, apresurarse, funcionar, seguir adelante-.


¿Cuál es el resultado? El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza. (Cf. un estudio más detallado del apartamiento y de la influencia de la sociedad moderna sobre el carácter del hombre en mi libro The Sane Society, Nueva York, Rinehart and Company, 1955.) Se ha transformado en un articulo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado.


Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción. Al mismo tiempo que todos tratan de estar tan cerca de los demás como sea posible, todos permanecen tremendamente solos, invadidos por el profundo sentimiento de inseguridad, de angustia y de culpa que surge siempre que es imposible superar la separatidad humana.



Nuestra civilización ofrece muchos paliativos que ayudan a la gente a ignorar conscientemente esa soledad: en primer término, la estricta rutina del trabajo burocratizado y mecánico, que ayuda a la gente a no tomar conciencia de sus deseos humanos más fundamentales, del anhelo de trascendencia y unidad. En la medida en que la rutina sola no basta para lograr ese fin, el hombre se sobrepone a su desesperación inconsciente por medio de la rutina de la diversión, la consumición pasiva de sonidos y visiones que ofrece la industria del entretenimiento; y, además, por medio de la satisfacción de comprar siempre cosas nuevas y cambiarlas inmediatamente por otras.

El hombre moderno está actualmente muy cerca de la imagen que Huxley describe en Un mundo feliz: bien alimentado, bien vestido, sexualmente satisfecho, y no obstante sin yo, sin contacto alguno, salvo el más superficial, con sus semejantes, guiado por los lemas que Huxley formula tan sucintamente, tales como: "Cuando el individuo siente, la comunidad tambalea"; o "Nunca dejes para mañana la diversión que puedes conseguir hoy", o, como afirmación final: "Todo el mundo es feliz hoy en día." La felicidad del hombre moderno consiste en "divertirse". Divertirse significa la satisfacción de consumir y asimilar artículos, espectáculos, comida, bebidas, cigarrillos, gente, conferencias, libros, películas; todo se consume, se traga.


El mundo es un enorme objeto de nuestro apetito, una gran manzana, una gran botella, un enorme pecho; todos succionamos, los eternamente expectantes, los esperanzados -y los eternamente desilusionados-.


Nuestro carácter está equipado para intercambiar y recibir, para traficar y consumir; todo, tanto los objetos materiales, como los espirituales, se convierten en objeto de intercambio y de consumo.


La situación en lo que atañe al amor corresponde, inevitablemente, al carácter social del hombre moderno. Los autómatas no pueden amar, pueden intercambiar su "bagaje de personalidad" y confiar en que la transacción sea equitativa.


Una de las expresiones más significativas del amor, y en especial del matrimonio con esa estructura enajenada, es la idea del "equipo". En innumerables artículos sobre el matrimonio feliz, el ideal descrito es el de un equipo que funciona sin dificultades.


Tal descripción no difiere demasiado de la idea de un empleado que trabaja sin inconvenientes; debe ser "razonablemente independiente", cooperativo, tolerante, y al mismo tiempo ambicioso y agresivo. Así, el consejero matrimonial nos dice que el marido debe "comprender" a su mujer y ayudarla. Debe comentar favorablemente su nuevo vestido, y un plato sabroso.


Ella, a su vez, debe mostrarse comprensiva cuando él llega a su hogar fatigado y de mal humor, debe escuchar atentamente sus comentarios sobre sus problemas en el trabajo, no debe mostrarse enojada sino comprensiva cuando él olvida su cumpleaños.


Ese tipo de relaciones no significa otra cosa que una relación bien aceitada entre dos personas que siguen siendo extrañas toda su vida, que nunca logran una "relación central", sino que se tratan con cortesía y se esfuerzan por hacer que el otro se sienta mejor.


En ese concepto del amor y el matrimonio, lo más importante es encontrar un refugio de la sensación de soledad que, de otro modo, sería intolerable. En el "amor" se encuentra, al fin, un remedio para la soledad. Se establece una alianza de dos contra el mundo, y se confunde ese egoísmo á deux con amor e intimidad.


La importancia que se otorga al espíritu de equipo, la tolerancia mutua, etc., es algo relativamente reciente. Lo precedió, en los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, un concepto del amor en el que la mutua satisfacción sexual suponíase la base de las relaciones amorosas satisfactorias, y, especialmente, de un matrimonio feliz.


Creíase que las causas de los frecuentes fracasos matrimoniales obedecían a que la pareja no había logrado una adecuada "adaptación sexual", lo cual se atribuía, a su vez, a la ignorancia respecto de la conducta sexual "correcta", y, por ende, a una teoría sexual defectuosa de una o las dos partes.


Con el fin de "curar" esa inadaptación y de ayudar a parejas desgraciadas que no podían amarse mutuamente, se publicaron muchos libros que daban instrucciones y consejos referentes a la conducta sexual apropiada, y prometían implícita o explícitamente la felicidad y el amor como resultados. Se partía del principio de que el amor es el hijo del placer sexual, y que dos personas se amarán si aprenden a satisfacerse recíprocamente en el aspecto sexual.


Correspondía a la ilusión general de la época suponer que el uso de las técnicas adecuadas es la solución no sólo de los problemas técnicos de la producción industrial, sino también de todos los problemas humanos. Se desconocía totalmente el hecho de que la verdad es precisamente lo contrario.

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La Psicología Evolutiva estudia el desarrollo del hombre, o los procesos de humanización, desde dos perspectivas, la filogenético, historia evolutiva de una especie, y la ontogenética, el transcurso de la vida de un individuo, la formación de conductas adultas. O sea es la psicología del cambio, que se produce a lo largo de toda la vida.


La capacidad de adaptación del hombre es producto del aprendizaje, y en consecuencia, es un fenómeno cultural.
Se denomina desarrollo humano a los cambios psicológicos que se dan a lo largo de la vida, donde se accede a estados más complejos que los anteriores.


Estos cambios se explican por antinomias como: continuidad-discontinuidad, herencia-ambiente, normatividad-ideografía. El contexto, también permite comprender la evolución del individuo, destacándose el contexto histórico, el socio-económico, el cultural, incluso el étnico

El desarrollo es un proceso continuo, flexible y global. El hombre nace con un reducido repertorio de conductas y debe aprender casi todo, pero esta capacidad de adaptarse determina diferencias individuales, el contexto social, cultural, histórico, son condicionantes.

Diversas corrientes han aportados sus descubrimientos a la psicología evolutiva, el psicoanálisis, la psicología genética de Piaget, el modelo socio-cultural de Vigotsky, las teorías del aprendizaje, el modelo de procesamiento de la información, en los últimos tiempos también el modelo ecológico y el etológico.

Erik Erikson habla de una serie de tareas implícitas en el desarrollo del ser humano, propias de las diferentes etapas. Dichas tareas vienen impuestas en gran medida por la sociedad y la cultura, por los procesos de socialización, y se integran al individuo.

El Objeto de estudio de la psicología evolutiva: Los objetivos principales son: describir la conducta de los individuos, y la forma en que evolucionan, para identificar las causas y procesos que provocan esos cambios entre una etapa y otra.

Otros autores relacionan estos cambios con la etapa de la vida, las circunstancias y el entorno, y las experiencias particulares de cada individuo.

La teoría de los estadios de Piaget: el propuso el estudio del conocimiento humano desde una perspectiva evolutiva y diacrónica, desde la epistemología genética, tratando de explicar la evolución del conocimiento humano, tanto a nivel de especie como individual.

Estudia la evolución de la inteligencia infantil, y para ello propone tres estadios: el período sensorio-motriz, el de las operaciones concretas, y el de las operaciones formales. Donde los reflejos del recién están relacionados con la inteligencia sensorio-motora.

Las operaciones concretas con la aparición del lenguaje. Y el pensamiento científico con las operaciones formales.

Sin embargo, existen estadios intermedios, ligados a cambios cualitativos. La estructura y mecanismos de los cambios, tienen su fundamento en la biología: la adaptación, y la autorregulación o equilibrio.

El intercambio adaptativo entre el organismo y el medio, es similar al que se da entre sujeto y objeto de conocimiento, a nivel psicológico.

La mente busca el equilibrio, y las acciones del individuo, surgen cuando aparece el desequilibrio, buscando reestablecerlo.

La asimilación y la acomodación, permiten que el sujeto incorpore nuevos objetos a su estructura cognitiva, y la acomodación, transforma su estructura previa, adaptándola al nuevo conocimiento.

Constantemente cambian los esquemas de conocimiento, en función de las circunstancias y roles que se desempeñen. Al aplicarse estos esquemas a nuevos objetos de conocimiento, vuelve a darse el proceso de asimilación y acomodación. La inteligencia es fruto de intercambios entre el sujeto y el medio.

A pesar de ello, Piaget dice que la herencia es importante en el desarrollo, pues existen factores de orden estructural ligados a la constitución y maduración del sistema nervioso.

Tanto el carácter básico de la materia en sí misma, cuanto el lugar que suele ocupar en los planes de estudio, hacen que la Psicología Evolutiva sea una materia de tipo troncal y general, previa a posteriores asignaturas de especialización en cualquiera de sus dominios.

En ese carácter general y en la cantidad de datos acumulados sobre el estudio del desarrollo radican a la vez el atractivo y las limitaciones de la Psicología Evolutiva. Atractivo en la medida en que resulta apasionante seguir paso a paso el proceso que lleva al ser humano de la infancia a la senectud; limitaciones que derivan del hecho de que ese proceso está cargado de acontecimientos y facetas sobre las cuales no siempre es posible reflexionar con suficiente detenimiento en el marco de una asignatura general.

Entonces para terminar decimos que la Psicología Evolutiva se interesa por los cambios que sufren las personas a lo largo de su vida, de forma genérica, es decir, no los cambios particulares sino los que se deben a las características de la especie. Se observa cómo cambian continuamente las acciones del individuo y cómo reacciona en un ambiente que está en permanente evolución también.

La psicología evolutiva estudia el desarrollo físico, que incluye cambios corporales como la estatura, el peso, el desarrollo del cerebro y de otros órganos del cuerpo, la adquisición y el perfeccionamiento de habilidades motoras. También se estudia el desarrollo cognitivo que se basa en cambios en los procesos de pensamientos, las habilidades lingüísticas, las funciones cerebrales, etc.

También estudia cambios en el desarrollo psicosocial del individuo, que incluye aspectos emocionales y sociales de la personalidad, la forma y la intensidad de las relaciones, los ámbitos en que se desenvuelve, etc.

El ámbito de interés de la psicología evolutiva es, entonces, toda la evolución del individuo, desde antes del nacimiento cuando está en desarrollo en el seno materno hasta la muerte, habiendo pasado potencialmente por infancia, niñez, adolescencia, edad adulta y vejez.

Estudia cómo las características físicas, cognitivas y psicológicas del individuo cambian a lo largo de la vida. Para la psicología evolutiva el desarrollo es un proceso continuo de crecimiento y cambio, incluso en avanzada edad.

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